Bio

Había una vez unos bancos en la Facultad de Filosofía y Letras que tenían la frase "Jóvenes Transmutados" grabada con birome. Era el año 1984 y en plena primavera democrática, el estudiante de Letras Adrián Yanzón era punk y trotskista. Si los bancos tuvieran vida, aquellos habrían salido corriendo cada vez que el cantante de Jóvenes Transmutados amenazaba con sentarse. Y habrían respirado de alivio al enterarse de que, al año siguiente, el muchacho punk había desaparecido de los claustros para liderar junto con otro ex punk, el baterista Pablo Esaú, un cuarteto de leyenda: Los Pillos.
Recién en 1986, Yanzón (voz), Esaú (batería), Martín Aloé (bajo, hoy en Cienfuegos) y Alejandro Fiori (guitarra, entonces en Los Encargados) definieron la formación de Los Pillos que ensayaría febrilmente en una mueblería de Avellaneda. Esa metamorfosis del punk al post punk más dark, de Sex Pistols a Joy Division, de la calle a la reclusión, inauguró un underground porteño donde el Parakultural hacía de templo, la revista Cerdos & Peces era la Biblia y los sobretodos vampíricos, los hábitos. ¿Por qué brillaban Los Pillos en semejante oscuridad? "Tratábamos de oponernos a ese público disfrazado de moderno. Queríamos ser bien tercermundistas, localistas", cuenta Yanzón, quien luego timoneó los líricos Un Montón de Lugares y La Rosa de Cobre en los 90. Justamente, la tapa de Viajar lejos (1987), su único disco editado (aún sin versión compacta), los muestra como "gente común" contra las chapas mugrosas de la mueblería. Fiori recuerda la alquimia musical entre poesía y beat. "Algo especial sucedía entre la batería y la voz; se producía una puerta de electricidad por la que la guitarra entraba fluidamente". Lo de Los Pillos era poesía en movimiento. Impulso beatnik traducido a galope estilo Siouxsie/ The Cure 1982, en un viaje relámpago hacia la iluminación definitiva. Yanzón es uno de los cantantes más expresivos de nuestro rock. Por estribillos épicos, cantados en un vibrato de aliento místico, como "Viaajaar leejoos, leejoos", le diagnosticaban "Voz de opereta". En su papel de letrista, echaba mano de palabras como "peñón", "aguacero", "sembrado", "trocha" y demás ruralismos. Explica Yanzón: "Muchas de mis letras hablan de recuperar la inocencia de mi infancia en una quinta de Tortuguitas, teniendo en cuenta lo que Spinetta había hecho: sentar la base de la libertad para usar imágenes."
Los Pillos telonearon a Siouxsie & The Banshees en Obras, allá por diciembre del 86; al año siguiente, se los vio en un show de Cemento donde el cantante cantó subido a un banquito sosteniendo un cuchillo al filo de su garganta. El final fue en 1988. Culpa de la hiperinflación, quedó sin editar un discazo de folclore dark bautizado Nómades.
"El recuerdo más fuerte que tengo de Los Pillos es hacia 1987, tocando en un Parakultural semidesierto. Fue uno de los mejores shows que vi jamás, lograban una intensidad increíble y al mismo tiempo eran muy eficientes como banda" (Sergio Rotman, Cienfuegos).

Discografía