Roosevelt

Aunque utilice el nombre de uno de los presidentes de Estados Unidos, Roosevelt es en realidad el alemán Marius Lauber, amigo de Michael Mayer y cantante, compositor y productor nacido en Colonia. Se dice de Marius Lauber, que se curtió tocando la guitarra en bandas indies de las afueras de Colonia hasta que el sello Kompakt le invitó a convertirse en DJ residente de sus fiestas con Superpitcher y Michael Mayer, y aquello le abrió nuevos horizontes.

Ya no suele ocurrir demasiado, pero todavía pasa de vez en cuando: a veces sucede que son los promotores los que nos descubren grupos, y no al revés. Es un clásico descubrir alguna banda nueva haciendo de telonera de otra más grande que ya convence, pero es más raro que un artista nuevo se lance a girar internacionalmente cuando apenas ha publicado un EP. Y no cuesta nada certificarlo, tras su notable paso por el Primavera Sound (primero como DJ, luego con su banda Beat! Beat! Beat!) y ese extraordinario álbum, que llega tras un par de singles en Greco-Roman, sello de Joe Goddard (Hot Chip). Porque las canciones de este alemán de apenas veintiséis años son exquisitos alardes de equilibrismo entre lo sintético y lo orgánico, entre el house y el pop, entre Caribou y New Order, simplificando.

Con una electrónica de alma pop y matices cálidos que le acercan, y de forma muy acertada, a la sonoridad de Caribou, Washed Out o Hot Chip (¡casi nada!), sus canciones ya le han valido para captar la atención del sello londinense Greco-Roman (por donde han pasado los mismísimos Disclosure o Totally Enormous Extinct Dinosaurs) y para telonear a Crystal Fighters o SOHN. Debutó en solitario el septiembre del año pasado con el single de ‘Sea‘, pero no ha sido hasta el reciente Elliott, que recopila sus cuatro mejores temas, cuando nos ha convencido definitivamente de que el suyo es un camino con recorrido.

Deliciosas ambrosías a medio camino de lo lúdico y lo evocador, tocadas siempre por la vara de la distinción. Melodías para atardeceres eternos, cuando la noche parece vislumbrar un mundo de posibilidades, y que ratifican un ingente talento.