Hemos jugado entre basuras e ilusiones,
miedo y la necesidad de escribir torcido,
de andar al revés.
Robando noches, buscando entre lo prohibido,
sabores intensos, notas perdidas,
viejo blues de una tormenta.
Niña dame la mano,
ha llegado el momento de quemar Bilbao,
prender fuego al silencio,
decir que no, y empezamos de nuevo.
¡Darle fuego a Bilbao!
Calles cansadas, teñidas de aburrimiento,
idiotas de lujo.
Me afilo las uñas, defiendo mi esquina.
Golpeo la guitarra y olvido que tengo
los zapatos sucios.
Cierro los ojos, sé que estás aquí.
Niña dame la mano...
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