Caída la noche en la ciudad,
con mi cuerpo en soledad,
caminando por los barrios del oeste.
El insomnio de un amor,
con su futuro de ilusión,
revivió a un joven muerto civilmente.
La gente ya fue,
duerme junto a la TV.
El digestivo incendio es su Dios.
Es su Dios.
Gatas y gatos buscan luz,
los perros oscuridad,
intuídos por la ansiedad de su instinto.
Elementales del montón,
intoxicados de pasión,
sienten miedo al verme lejos de su niebla.
Y la soledad,
los invita a escapar,
por la gran puerta del mundo de hoy.
Donde nadie ve,
y pocos deben perder
el hilo de su conmoción idiota.
Esquivando el temor
de la ficticia ficción,
la ciudad se ha derretido en mi cabeza.
Todo es oscuridad,
alguien se aproxima a mi,
no puedo ver si es evangelista o policia.
Busco comprender,
pero no me deja ver
por la burocracia de su historia.
Donde nadie ve,
y pocos deben perder
el hilo de su conmoción idiota hoy.
Digestivos conformados,
pecadores falsamente perdonados.
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