ALEGRE LA MAÑANA QUE NOS HABLA DE TI,
ALEGRE LA MAÑANA. (2)
En nombre del Dios Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la sombría tierra
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia.
Silabeas el alba igual que una palabra.
Tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras,
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas.
Y están de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la gran noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío;
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío!
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