Tú, naciste afortunado; rodeado de riquezas
Oiste a Dios a tu lado y no quisiste tenerlas
Tu, cuerpo lleno de llagas en un bosque solitario
En aljibe de agua clara; ahi, ahí va nuestro Santo
Sombrero de peregrino con tu perro y tu callado
Señalando con la mano las llagas de tu camino
Atendiste a los enfermos y curaste hora tras hora
Y rezaste por los muertos, fuerte como una roca
Un perro salvó tu vida lamiendo las heridas
Y su amo te traía un pan; un pan cada día
Y estando prisionero predicaste el evangelio
de sobra ganaste el cielo; Tú, hoy de mensajero
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