El día va pasando, la noche está llegando
y en su afán las aves van buscando
refugio en unidad donde poder pasar,
la horrible tempestad que se dilata.
Las nubes crujen ya, relampagueando esta,
se siente rechinar la voz del aquilón,
y ruge cual león la gran borrasca.
Y tú, ¿dónde te esconderás de la terrible ira que vendrá?
Cuando el Creador derrame su furor,
y a los malignos castigue en su ardor;
acuérdate que Cristo dio su vida en la cruz,
por rescatar tu alma del infierno pecador.
Por eso ven a Cristo, ven ahora sin tardar,
que El con amor inmenso tu pobre alma guardara.
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