Admiraba el cielo un día también contemplaba al mar
ambos en la lejanía parecían unirse por la inmensidad
El cielo sublime y callado porque es el trono de Dios
El mar agitado y furioso intenta apagar su radiante fulgor.
Amigo, ¿a cuál perteneces tu?
¿Al cielo o al tempestuoso mar?
No olvides qué el cielo siempre es el cielo,
el mar jamás lo ha de alcanzar
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