Qué triste anduve por el mundo sin tener a mi Jesús
y ahora que lo he encontrado que feliz me siento yo,
con la paz y gloria eterna que en su amor me concedió.
Cuando andaba en tribulaciones, su santa mano me tendió
y en su gran misericordia mi pobre alma rescato
y hoy yo quiero su Palabra predicar al pecador.
Al mundo quiero testificarle lo que hizo el Salvador
porque siendo un perdido con su sangre me limpio,
perdonando mis pecados en su gloria me sentó.
Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Aleluya, Aleluya a mi Señor.
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