La ruta es más difícil cada día,
con muchos altos y bajos al andar,
la cuesta es más pendiente y la subida
parece que no fuera a terminar.
Mi alma a pura pena ahora camina,
queriendo la victoria coronar;
pero la negra noche se avecina
cubriendo con su densa oscuridad.
Señor, haz que tu luz llene mi vida
para que pueda con tu claridad
ceñir mis pasos y en la acometida
llegar al final de tu eternidad.
No dejes que me agobie la agonía
de tantas pruebas y penalidad;
pues quiero coronar la eterna vida,
promesa de tu amor y fiel bondad.
Señor, si junto a mi siempre caminas,
jamás me alcanzara la tempestad;
y la pendiente será más benigna,
gracias por lo peso que quitaras.
Rebosa con la unción el alma mía
para que pueda siempre disipar,
toda perturbación y cobardía,
ayúdame a llegar hasta el final.
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