Uno hay que tomó mi lugar en la Cruz,
Aunque indigno yo fui de su amor;
Anhelando mi negro pecado borrar,
Ese cáliz de muerte bebió
Chorus
Mi pecado en la Cruz fue clavado con El,
¡Con qué sed anheló mi perdón!
¡Con qué paz, con qué amor
Hoy contemplo esa Cruz
Donde Él mi maldad expió!
Nunca más esa carga de muerte y dolor
Sobre mi débil hombro pondré;
Yo la dejo clavada, allí, en la Cruz,
Pues que allí fué clavada por Él.
¡Cuán paciente conmigo, cuán sabio es hoy,
Que de escorias librándome va!
Bajo un cielo sin sombra de condenación
Gozo libre su amor sin igual.
Mi anhelo creciente es asirme de Él,
Y ofrendarle mi vida en su altar;
Proclamar, en un salmo de amor y de fe,
Que en la Cruz Él tomó mi lugar
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