Veo el augusto lábaro
Del que en la cumbre impera,
Y es un atroz patíbulo
tinto en sangre regia.
¡Oh maravilla insólita
Pasmo de cielo y tierra:
Quién de la vida es árbitro
Muere de muerte horrenda!
Sangre con agua mística
Brota su herida abierta,
para lavar los crímenes
De nuestra raza inmensa.
Cúmplese así el oráculo
Que pronunció el profeta,
Y en un madero rústico
Cristo su trono asienta
Póstrese todo espíritu
Bajo tan santa enseña,
Y al Salvador nuestro único
Ríndase gloria eterna.
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