Noticias de Blake Babies
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Hatfield se matriculó en la Berklee College of Music de Boston con la intención de encontrar a gente que quisiera formar una banda con ella, y así conoció a John Strohm (guitarra) y a Freda Boner (batería) en 1986. El mismísimo Allen Ginsberg bautizó al grupo cuando ellos se lo pidieron durante el turno de preguntas de una conferencia que el poeta dio en la misma universidad; se lo pensó unos segundos y les propuso Blake Babies, en referencia a William Blake. Tras unos meses de ensayos, la banda empezó a hacerse un hueco en la escena local junto a nombres emergentes como Dinosaur Jr, The Lemonheads (Evan Dando estuvo intermitentemente en las filas del grupo) o Throwing Muses. Blake Babies hacían un pop indie de guitarras más bien optimista, de corte decididamente intrascendente y divertido en sus inicios, pero todo eso fue cogiendo matices conforme fueron evolucionando y avanzando discográficamente hasta llegar a la mesura perfecta en el disco que nos ocupa, Sunburn, publicado en 1990 en América e importado luego a Europa dos años más tarde, cuando ya se habían separado y Juliana había dado comienzo a su carrera en solitario.
Para su segundo y último disco largo antes del parón (se reunirían en 2000 para hacer el verdadero disco de despedida), Juliana y John juntaron un puñado de temas inspirados como nunca y se dejaron tomar por una producción limpia que hiciera justicia a la naturaleza de pop vitalista de su música. Sus características no hacen sino que depurarse y perfilarse: Juliana sigue siendo capaz de aticular travesuras con voz aniñada (¿quién se resistiría a su entrega y encanto cuando pide hacer las paces en "Kiss and Make Up"? ¿Cómo no ponerse en su lugar cuando habla de lo difícil que se le hace hablar con alguien que le gusta en "Out There", mientras suenan esas cándidas guitarras?) pero también sabe darle la vuelta a su registro y sonar fuerte y cortante en piezas como "Star" (el deseo sexual: "Me gusta ese sabor salado en la boca / Diez minutos en los labios, diez días sin"o el rapapolvo feminista que es "I'm Not Your Mother"; y ser el contrapunto inocente y de soporte de John en la balada "Train" o el clásico "Girl in a Box". En Sunburn no hay sitio para las canciones de broma como antes, el trabajo de las guitarras es impecable y el bajo de Juliana sigue sonando como si tuviera las cuerdas de regaliz de cereza del gordo, del que cuesta veinticinco céntimos, con una presencia melódica tan importante como la de las voces. El conjunto no baja el nivel en ningún momento y tiene la pegada atemporal de los mejores trabajos de sus contemporáneos paisanos.
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