Noticias de Dillon
Todo el mundo sabe que DJ Koze tiene cualidades proféticas, no sólo desde que comenzó a lanzar tracks bajo su seudónimo de gurú Swhaimi. Muchos años antes profetizó sobre la cantante Dominique Dillon de Byington, alias Dillon: ‘Canta cómodamente imperfecta y real. Tiene carácter. Ella tiene un brillante futuro por delante.’ Y ese futuro, profetizado por el sabio residente de Hamburgo sobre la joven artista de Berlín es ahora, cuando Dillon se sentó a su piano muchas veces durante los últimos años y escribió cautivadoras canciones tranquilas que sin duda deben ser escuchadas muy alto.
Pero, ¿quién es realmente la tal Dillon, quien dice ser capaz de relajarse de verdad cuando va a toda velocidad por la autobahn? Érase una vez Dillon, quien hizo un recorrido sinuoso de Brasil a Colonia. Allí grabó un par de encantadores videos DIY que la muestran cantando sus canciones compuestas en su piano en casa. Después de publicar descaradamente los videos en YouTube el mundo, súbitamente un montón de personas comenzaron a tenerla en la mira, y de la noche a la mañana se convirtió en una esperanza del pop. Dillon se paró en el escenario por vez primera en Colonia el 27 de junio de 2007, armada con un teclado, un micrófono y montón de canciones en bruto que en realidad ni siquiera había terminado de componer. Después de poco menos de 30 minutos, el delirio techno / hip-hop / magia había terminado y Dillon había iniciado el viaje por un camino que le permitió colocar su pasión musical como centro de su vida.
Después de un single digital en Kitty-Yo, una colaboración con sus amigos del grupo techno-pop de Colonia Coma (Aiming for destruction fue también parte de la compilación Werkschau de BPitch Control lanzada a principios del 2011), y del vinilo Ludwig como solista en Combination Records, su álbum debut This Silence Kills está ya terminado, y enriquece el diverso catálogo de Bpitch Control con otro lado estético, el cual no es en realidad uno.
Y eso es porque sus canciones rondan en algún lugar entre chansons, pop, techno, y ruiditos digitales que realmente nunca terminan de decidirse por un hogar fijo. Y la amplia gama vocal de Dillon flota en algún punto intermedio, contando historias de cepillos de dientes dejados atrás, robots en busca de un cristal, la arquitectura de las estaciones de tren de Berlín, y piernas que se vuelven espaguetis. Ella escribió todas las canciones y las produjo con Thies Mynther y Tamer Fahri Özgönenc. Mynther es conocido como la mitad del misterioso dúo Phantom/Ghost. Özgönenc es un viejo amigo del alma de ella y forma parte del colectivo de Krautrock MIT.”
Dominique Dillon de Byington es la cantautora alemana más conocida como Dillon. Combinando una tenue paleta de electrónica, pop de cámara barroco y una limitada orquestación, a sus 23 años ha creado un puñado de canciones que te vienen al pelo para llorar tus penas durante los meses de invierno. Con una voz que recuerda a Joanna Newsom y un estilo que no la aleja de Lykke Li, Dillon te trae a su órbita a través de un lento y constante proceso de hipnosis.
Sobre el escenario, la puedes encontrar anclada tras un búnker de teclados desde el que irradia carisma. Una canción de amor que habla del cepillo de dientes de un amante podría entrar fácilmente dentro del repertorio del machacado country pop moderno (un “I Put Your Picture Away” para los que tienen fijación en las letras), sin embargo, en las manos de Dillon, un Oral-B abandonado expresa el colapso de un mundo entero bañado por un maremoto que se desata desde un mar de lágrimas. La cosa se pone seria. Meditativas y apasionantes, la voz y letras de Dillon rebosan calidez y humanidad incluso cuando el rayo láser ocasional irrumpe de forma fugaz en la mezcla, o una pista se transforma en un ritmo de techno que te recuerda al trabajo de algunos de sus compañeros de BPitch Control.
Al igual que muchas de sus contemporáneas que se mueven a la sombra de Björk, Dillon se está forjando su propia personalidad y perspectiva hacia un sonido que se ha estado gestando durante un par de décadas. Puedes escuchar este mismo proceso en la música de la sueca Fever Ray y la noruega Hanne Hukkelberg. Las tres están creando su propia interpretación de la música pop electrónica quejumbrosa que Björk acercó por primera vez al gran público. Sus peculiares letras le hacen intuir al oyente que, incluso en un mundo donde aparentemente todo es pesimismo y tristeza, todavía hay lugar para robots que van a la caza de cristales, un lugar para imaginar algo nuevo y diferente. En ocasiones tienen el poder de calmar como un báls.
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