Bio

Ken Hensley, alma máter de la mítica banda Uriah Heep, vive en una tranquila casa de campo entre Agost y Novelda
De vez en cuando la realidad más cercana te regala una historia que vale la pena contar. No suele ser muy habitual, pero cuando un juntaletras se topa con un relato cargado de hechos interesantes, nombres extraordinarios y citas memorables, como que la escritura fluye con naturalidad y tersura.
Resulta que en el corazón del valle del Vinalopó, una zona fecunda en buenos vinos y una uva de mesa de excelente calidad, vive un músico que ha escrito con letras doradas parte de la historia del rock, quizás la manifestación cultural más importante de los últimos sesenta años.
La vida de Ken Hensley es una existencia de contrastes. Su biografía está repleta de dualidades, de experiencias extremas sin término medio, de éxito apabullante y descalabros estrepitosos, de bullicio estruendoso y silencios amargos, de medias verdades y leyendas verosímiles, de giras interminables alrededor del mundo y soledades destructivas alimentadas por los tormentos personales. Su periplo vital ha sido dionisíaco, pero, como dice él, ha sobrevivido para contarlo. Supo parar a tiempo aquella vorágine del sexo, drogas y rock´n´roll.
La vida de Ken Hensley, alma máter y compositor principal de la mítica banda Uriah Heep, es algo así como una amalgama de géneros literarios. Sus inicios están ligados a una novela de desheredados. Antes de que el éxito llamase a su puerta, este músico inglés con pinta de heavy redomado vivía prácticamente de prestado. Su padre (por decirlo de una manera amable) pronto le invitaría a abandonar el seno familiar debido a su imagen discordante y su actitud dinamitera. Digamos que la ética y estética del rock no comulgaba muy bien con los ideales de una familia estándar asentada en los férreos valores morales de la sociedad de los sesenta. De esta manera, un joven y testarudo Ken Hensley se veía obligado a frecuentar y habitar lugares lúgubres y desangelados, durmiendo aleatoriamente en furgonetas, habitáculos de conocidos y locales de ensayo. Eran días de rebeldía y predeterminación, pues en realidad Hensley solo tenía una idea entre ceja y ceja: ser músico profesional aunque tuviera que pagar un peaje para conseguirlo.
La novela de desheredados poco a poco se fue convirtiendo en un cuento de hadas. Entre banda y banda de formación, entre las que habría que destacar a The Gods (que reclutaría a un lechuguino Mick Taylor), Hensley comenzó a frecuentar el Speakeasy, un club de Londres donde tocaban personalidades de la talla de Keith Moon, Eric Clapton o Jimmy Hendrix. Aquellas jam sessions junto a artistas consagrados, muchos de ellos genios de las seis cuerdas, fueron su mejor universidad, tanto en lo bueno como en lo malo. La osadía juvenil de largarse de casa y querer convertirse en músico profesional daba sus primeros frutos.
La cosa dio un vuelco espectacular cuando recaló en Uriah Heep. Ken Hensley experimentó en sus propias carnes a una velocidad de vértigo la cara y cruz del éxito desmesurado. Un ascenso meteórico fraguado a base de contratos millonarios, discos de oro y reconocimiento masivo. Uriah Heep se codeaba con bandas como Status Quo, Led Zeppelin o King Crimson. La crítica especializada al principio no les trató muy bien, alegando que eran una copia de Deep Purple, pero los Uriah llenaban estadios en los lugares más insospechados (fue la primera banda occidental en tocar en la Unión Soviética). A día de hoy todavía son una banda de culto en muchos países Su disco Salisbury figura por derecho propio en la mitología del rock.
La época de vino y rosas duró aproximadamente una década. El tránsito a los ochenta les pilló con el pie cambiado, y el cuento de hadas degeneró en un culebrón. Ken Hensley pasó de un paraíso terrenal a un infierno marcado por el consumo de drogas, el derroche de dinero y las mujeres de paso… Arruinado espiritual y materialmente, Hensley probó suerte en Estados Unidos como trotamundos musical. En la aventura americana no todo fueron sinsabores. Su calidad como compositor y arreglista le llevó a colaborar en el clásico de Cinderella Heartbreak Station.
En la actualidad Hensley vive en una tranquila casa de campo entre Agost y Novelda. Reparte su tiempo entre la música, el pub Mississippi, propiedad de su mujer, y una granja de conejos. Ha encontrado su “Innisfree” particular. Ahora su vida es lo más parecido a un reportaje periodístico. Ya solo importa el presente inmediato.

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