Noticias de Viva Elástico
Entre la numerosa camada de bandas emergentes con las que comparten público y escenarios, Viva elástico se corta sola por varios motivos de peso. El cuarteto de Longchamps repasa la grabación de un primer disco repleto de canciones aguerridas y conmovedoras que se doblan pero nunca se rompen.
Siempre surgen grupos nuevos capaces de sorprendernos, pero sólo unos pocos encuentran un lugar en nuestros corazones.. Son esos casos en que se entabla una identificación realmente fuerte con el público. Viva elástico, a pesar de su corta vida, parece ser una de esas bandas. Sus canciones, de esas que se tararean en todo momento y explotan cuando suenan en vivo, son una clara señal. Las letras también hacen lo suyo: representan lo cotidiano con romanticismo, manejan un lenguaje cercano (hablan de “vos”, jamás de “tú”) y exploran sentimientos legítimos (sin pecar de cursis). A todo eso, además, se le suma su potencial expresivo: lo que se canta, se canta con intensidad.
La historia del grupo se remonta ocho años atrás, cuando Alejandro Schuster (voz y guitarra) y Mateo Zabala (guitarra), aún en plena adolescencia, empezaron a juntarse después del colegio, en Longchamps. Hoy, ya con veintitrés años y bastante calle encima, pueden darse el gusto de contar con una formación estable, apoyados por un bajista (Santiago Pacek) y, tras muchas idas y venidas, un baterista (Felipe Muslera). Y eso no es todo: también tienen un disco editado, de título homónimo, producido por Matías Naso (alias BK y guitarrista de Placer). Pero el camino hasta aquí no fue fácil: estamos hablando de chicos del conurbano, que trabajan todos los días, susceptibles a los bajones anímicos y los quiebres económicos. “Quiero grabar un disco y nadie me lo va a pagar”, pensaba por entonces Alejandro, cantante y principal compositor. Ahora, con el disco en la mano, concluye: “Todo ese esfuerzo lo hace más digno”.
Viva elástico tiene todo lo necesario para romper con cualquier postura estética: sus canciones son a prueba de todo, y su actitud va contra el fingimiento. No son muchos los grupos que hoy pueden cantar, sin dejar de sonar sofisticados, sobre el paso del tiempo y la realidad social de un pibe de barrio, con la furia correspondiente y las pretensiones de modernidad en su justa medida. Por todo esto, tal vez, se piense en ellos como lo mejor que le ha pasado al cancionero del rock argentino de la última generación.
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