El Festival de Viña del Mar es conocido por su implacable público, apodado el "Monstruo", capaz de devorar a los artistas más experimentados con una sola ola de silbidos o, por el contrario, elevarlos a la cima del éxito con aplausos atronadores. En 2004, un joven Abel Pintos vivió esta experiencia en carne propia, cuando solo tenía 19 años y representaba a Argentina en la competencia folclórica del festival.

Abel subió al escenario para interpretar la canción “Bailando con tu sombra (Alelí)”, escrita por Víctor Heredia. Antes de cantar una sola nota, la reacción del público fue brutal: abucheos y silbidos resonaban en el anfiteatro. El motivo principal, según se comenta, no era solo su juventud e inexperiencia, sino también un sentimiento patriótico en defensa de los competidores chilenos, quienes también aspiraban al premio. Viña es conocida por exigir a los artistas mucho más que talento; se necesita carisma, fuerza de voluntad y una conexión emocional con el público.

A pesar del difícil comienzo, Abel mostró una madurez inesperada. Se quitó el retorno, una señal de que quería enfrentarse directamente al público, y continuó cantando con la mayor pasión posible. Para sorpresa de todos, esa misma multitud que lo había recibido con abucheos empezó a callar y escuchar. Su interpretación cargada de sentimiento y su potente voz lograron lo impensado: al final de su presentación, los abucheos se habían transformado en aplausos ensordecedores.

El joven bahiense no solo logró superar ese obstáculo inicial, sino que días después llegó a la final de la competencia, enfrentándose a los representantes de Colombia y Chile. No solo fue ovacionado una vez más, sino que se llevó a casa la prestigiosa Gaviota de Plata como mejor intérprete. "Alelí" se convirtió en una de las canciones más populares de su repertorio y, como él mismo ha confesado en entrevistas posteriores, esa noche marcó un antes y un después en su carrera.

Este episodio es recordado como uno de los momentos más icónicos del festival. Abel Pintos demostró que incluso cuando todo parece en su contra, la determinación y el talento pueden ganar el corazón del "Monstruo". Desde entonces, su carrera ha seguido en ascenso, consolidándolo como uno de los artistas más queridos de Argentina y Latinoamérica​(

La importancia del Festival de Viña en su carrera

Para Abel, lo ocurrido en Viña del Mar no solo le abrió puertas en Chile, sino que también lo consolidó en Argentina. En aquellos días, los medios locales seguían de cerca su participación en el festival, lo que generó una mayor atención hacia su música. “Alelí” se instaló como un himno, y lo ocurrido esa noche lo catapultó a una nueva etapa en su carrera, que seguiría en ascenso a lo largo de los años.

Abel Pintos ha regresado a Viña en otras ocasiones, pero esa primera presentación en 2004 quedó grabada no solo en su memoria, sino en la historia del festival. La capacidad del artista para sobreponerse a la adversidad y conquistar a un público tan difícil como el de Viña del Mar sigue siendo un testimonio de su talento y resiliencia.

El "Monstruo" de Viña: un público implacable

El público de Viña del Mar, conocido como "El Monstruo", es famoso por ser uno de los más exigentes del mundo de la música. Muchos artistas han enfrentado la temida silbatina, y no todos han podido revertirla. Para un joven de 19 años, enfrentarse a este desafío y salir victorioso fue una verdadera hazaña. Viña no solo es un festival, es una prueba de fuego que puede marcar el futuro de un artista, y Abel Pintos pasó esa prueba con creces.

Lo que comenzó como una anécdota amarga se transformó en una de las historias más inspiradoras del festival. Abel no solo sobrevivió a los abucheos, sino que los transformó en un triunfo rotundo, dejando una marca indeleble en la historia de Viña y en su propia carrera musical.


Desde Chile, Julio Jaramillo para Acordesweb.com