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La adoré,
como a virgen, como a diosa la adoré.
iglesia de brazo la llevé,
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ante Dios con fe y amor.
Blanco fue,
la llevé, como Dios manda, ante el altar.
Prometió que me amaría hasta morir,
pero un día se marchó.
Una mujer, buena y sencilla, se cruzó por mi camino;
y, aunque le llamen la otra, está unida a mi destino.
Aunque no vistió de blanco, ni le sonaron campanas;
ella me ama, si jurara ante un altar.
Ella sufre mis quebrantos, comparte mis alegrías;
y, aunque le llamen la otra, no me importa: solo es mía.
Aunque no vistió de blanco, ni le sonaron campanas;
ella me ama, si jurara ante un altar.
HABLADO:
¡Cómo me pagas, pecosa!
Después que te adoré como a una santa
y, como a diosa, a la iglesia te llevé.
Después que complací todos tus caprichos,
hoy me abandonas así, infiel
(se repite toda la canción)
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