Vos sos el Dios de los pobres,
el Dios humano y sencillo,
el Dios que suda en la calle,
el Dios de rostro curtido;
por eso es que te hablo yo,
así como habla mi pueblo,
porque sos el Dios obrero,
el Cristo trabajador.
1. Vos vas de la mano con mi gente,
luchás en el campo y la ciudad;
hacés fila allá en el campamento
para que te paguen tu jornal.
Vos sentís el frío de la noche
durmiendo en las casas de cartón;
y cuando te roban tu salario
hasta protestás contra el patrón.
2. Te he visto vendiendo lotería,
sin que te avergüences de gritar;
te vi en la estación de policía,
preso por salir a protestar.
Hacés cola en las gasolineras
para que te vendan un galón;
y hasta trabajás en carreteras
con guantes de cuero y overol.
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