Tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino,
que aunque morimos no somos carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos, nuestro destino es vivir
()
/siendo felices contigo, sin padecer ni morir./
Cuando la pena nos alcanza por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza,
en tu palabra confiamos, con la certeza que Tú
/ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz./
Cuando, Señor, resucitaste, todos vencimos contigo,
nos regalaste la vida como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado, no va a faltarnos tu amor,
/porque muriendo vivimos vida más clara y mejor./
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