Tuve una infancia normal, con perrito y un hogar.
Mamá cuidaba de papá, papá cuidaba de mamá.
Fuí creciendo bien, sin revés ni frustración,
saludable, siempre atento a la palabra de mi Dios.
Nada me pasó que justifique mi acción.
Necesitaba un mentor y al principio garpó.
Conocí a un señor mostrándose de gran valor,
me habló al oído, entró al bolsillo y fue a mi corazón.
Me dijo: ¨Me voy a encargar, vos no pensés en lo demás,
y no escuches cuando el mundo nos quiera separar.
Decime qué querés, cómo es que lo deseas?
Yo voy a darte todo, menos lo que precisás?.
Pero resultó un mal negocio nuestro amor,
en bancarrota terminé, me fundí por su querer.
Logré sobrevivir, para contarla zafé.
Para contarla, encanutarla, gastar y especular.
Compré al mejor operador y atrás vinieron en malón.
Senadores, Diputados, me compré más de un riñón.
Con mi donación pagué el perdón de mi señor.
Comprando máquinas rajé a mil sin indemnización.
Hoy sé bien lo que es tener, tener de todo menos corazón.
Hoy sé bien que en este mundo mi normalidad encajó.