Baldomero espolea entre grietas
halcones siguen detrás.
Y tras la reja ella tiembla,
presagios de algo fatal.
Santísima Madre juro por mi Honor
que la he de vengar.
Y si lo quebranto caiga sobre mi
El Juicio Final.
Por un puñado de tierra.
Por un puñado de amor.
Las navajas cortan el aire de la sierra
y hielan el corazón.
Por un puñado de tierra.
Por un puñado de amor.
Sangre joven, sudor, regó la arena,
y un grito al cielo ascendió.
Mirada severa su faja de seda asoma el puñal,
y otra faca en la sombra por si hay que matar.
Gritos de reyerta en la venta la guitarra recordará
que el marco de esta ofensa en la Alpujarra se perderá.
El gallo cantó dos veces.
La aurora no quiere mirar.
El peso de este juramento
hace la tierra temblar.
Se desploman por la vereda
galones sin son militar
por fin vacío y cansado
Baldomero enterró su puñal.
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