Como energía contenida que esperaba su Big Bang,
Amanecimos en pelotas donde cielo y mar colindan,
Sin saber volar, pero vistiendo alas de hada,
Huyendo de los miedos de los que, tonto, alardeaba,
Yo fuego en los ojos, tu paz en la mirada,
Pusimos a bailar el alma, a romper la norma,
Porque eres revolución y tienes claro lo que importa,
Porque somos viva llama,
Y como tal ardemos, consumimos el oxígeno en jadeos,
De forma firme, y tal vez finita porque manda el viento,
Y somos criaturas a merced de un sentimiento,
A merced del tiempo,
El todopoderoso que nos colocó, ante el mundo codo a codo,
Y sin caparazón, con ignito corazón,
Con el don de amarnos a nosotros y al entorno,
En un viaje en paralelo sin retorno,
Somos una, somos dos y somos cientos,
Una generación cuyo interior no conoce el invierno,
Nuestros medios contra el miedo,
Gritando a contraviento en este presente eterno.
Y si te acercas un poco quizás me sonrojo en demasía,
Y te escribo poesía,
En la lengua que hablan tu lengua y la mía,
Que derroche de noche la de aquel día,
Y si te acercas un poco quizás me coloco de tu ambrosía,
Y monto algarabía a tu alrededor,
Me parte la vida tener corazón.
Nos conocimos de frente, expuestos a la realidad,
Me sentí un animal, no podía abstraerme,
Y seguí el impulso de tu mano indomable,
Nos sorprendimos los ojos y mi intimidad se fue al traste,
Sentimos vértigo común,
Luego una vorágine devolviendo nuestros cuerpos desde el vórtice,
Era una danza torpe que jugaba acompasada,
Un cielo de pausa tras una barricada,
Estábamos desnudos, calculamos las palabras,
Bombas inocentes que desatan, calambres en la mente,
Invadiéndome como a un continente,
Que avanza por el flanco de la espalda,
Que nadie sabe ver venir el temporal,
Pero tu fragor corporal me ayuda a resistir,
Salvaje y tropical, minucioso y brutal,
Amor desordenado que nos queda por latir,
¿Viernes? Preguntas que me viertes subvirtiéndome el deseo,
Atravesándome el aliento,
Gritar al viento, acampar lloviendo,
Anidar mi cuerpo en ti, habitar tu sexo,
Yo ya sé que en la ciudad no queda piedad,
Pues nosotros somos juventud ignífera,
Tu mirada negra, dos capuchas en la oscuridad,
Fluye feeling de infinita afinidad,
Soportar la calle en frio enero,
Sabiendo lo que hay luego,
Sedarnos, lamer los besos,
Créeme, cuidaré lo que tenemos,
Con ese poder podemos romper cualquier cajero,
Y si no logro ver peligro en el efímero estallido,
Repítemelo: nada es infinito,
Y nos calmamos la sed en este barrio empobrecido,
Estoy aquí amiga, aguanta, conmigo.