Dísculpeme señor, se lo suplico,
Si llegan a ofenderle mis consejos.
Con darle mi opinión nada le quito,
Al fin usted ya es dueño de sus besos.
Usted la conquistó muy a la buena,
Mi amor está en el fondo del olvido.
Qué gano con luchar aunque la quiera,
Yo sé reconocer cuando he perdido.
Y si despierta,
Llorando por allá en la madrugada,
Quejándose del roce de su almohada,
Compréndala señor, está mimada.
Pues yo que con locura la adoraba,
En pétalos de rosas la acostaba.
Y si despierta,
Diciendo que se siente incomprendida,
Huyendo de su plática aburrida.
Compréndala señor, es culpa mía,
Pues yo cuando en mis brazos la tenía,
Con versos y canciones la dormía.
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