Desde que te fuiste, ya no tiene aquél cielo,
su resplandor divino, como cuando estabas tú,
ni tampoco escucho los cantos sublimes,
de los ruiseñores al pie de tu balcón.
Y ni el viento silba alegres melodías,
que aprendió de tus labios, cuando me cantabas,
hasta el bello bosque se ha quedado dormido,
llorando en silencio al fin de tu partida.
Ay, ay, ay, ay, ay! mi guitarra triste no entona melodías,
que juntos, muy juntos, cantamos con ella,
el lirio bendito, testigo callado,
de nuestro romance, ya se marchitado,
el cuartito llora, al verme tan solo,
rezando tu nombre, desde que te fuiste.
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