Allá donde el suelo
de la tierra roja
mella los machetes
verdes del yerbal.
Allá donde el monte
devora el camino
con una implacable
pasión vegetal.
Allá donde sangra
su cauce el Bermejo
allá donde todo
se moja de sol.
Restalla tu grito
de sangre y de tierra
con toda la fuerza
del Chaco en la voz.
Te aprieta un ardor de tierra bravía
y un amor te ofrecen la caña y la luz,
tu aurillo es señor de la rebeldía
que astilla su triste destino de ardiente
cambá poriajú.
Jamás ha endulzado la piel de una boca
las noches azules de tu soledad.
Ni hubo una guitarra para hacerle un nido
a tu desvelado dolor de cantar.
Tu novia es la selva, salvaje y desnuda,
nace el batial verde postrado a tus pies.
De rosa, de espina y arrulla tu sueño
con la voz salvaje del jaguareté.
Te aprieta un ardor de tierra bravía
y un amor te ofrecen la caña y la luz,
tu aurillo es señor de la rebeldía
que astilla su triste destino de ardiente
cambá poriajú.
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