El alfarero vio un vaso
Que se había roto por el uso y el tiempo
Y Él trató con mucha paciencia
De hacerlo otra vez...
Y yo era ese vaso
Que nadie creyó que servía;
Clamé: ¡Señor, yo soy barro
y tú eres el alfarero
Moldéame como Tú quieras hoy
Y Dios tomó los pedazos
De mi roto corazón,
He hizo un vaso nuevo
Y revivió mi alma otra vez