Había una vez una iguana,
con una ruana de lana,
peinándose la melena,
junto al río Magdalena.
Y la iguana tomaba café,
tomaba café,
a la hora del té (bis).
Llegó un perezoso caminando,
en pijama y bostezando,
le dio un empujón a doña iguana,
y la lanzó de cabeza al agua.
Y el perezoso se toma el café,
se toma el café
a la hora del té (bis).
La iguana volvió toda mojada,
furibunda y enojada,
le espicha la oreja al perezoso,
y lo encerró en el calabozo.
Y la iguana termina el café,
termina el café,
a la hora del té (bis).
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