Esa tarde se rompió de fiebre,
aprisionada en lo sensible de mi piel
-iba yo camino de tu casa,
el sol escurría bajo mis pies-.
¡Mucho gusto, enfermo al conocerte!,
CD
te dije, con calor, esa primera vez.
Tú cocinabas en el horno
un gran pastel para la fiesta de un francés;
yo nunca pensé que, al convidarme,
qué sorpresa iba a llevarme:
toda la crema era para él.
Retiré del campo el ego herido,
y te dejé dormir, pendiendo de un reloj.
Hasta el día en que me raspé un recuerdo,
DCD
que estaba fijo a tu cintura, y me prendió.
Conseguí llevarte a una reunión;
tú me pediste una canción en español.
Tomábamos ron del mismo vaso,
cuando se quedó mi abrazo
entre la puerta y tu adiós.
Un día en que trataba de enterrarte,
en una fila militante te encontré
-ahogados de entusiasmo solidario,
marchamos varias cuadras juntos, sin hablarnos-.
Me esforcé en apenas saludarte;
te molestó ese ¡camarada! descortés.
Y es que me he pasado el calendario
en establecimiento diario de tu amor.
Sin sueños, sin ilusión dorada:
entre tú y yo no ha habido nada,
como no sea esta canción.
Aún no hay comentarios,
¡escribe el primero!Para hacer una pregunta o dejar un comentario sobre esta canción, debes estar LOGUEADO
Usamos cookies. Leer más