Don Nicolás,
el sabio cancionero,
era un viejo ranchero
metido en la ciudad
Y en un camión
treapaba entre empujones,
cantando entre aventones,
dejaba el corazón.
Cuentan
que buscaba, día tras día,
contagiar con su alegría,
cualquier rincón.
Dicen
que llenaba de ilusiones
los cotidianos camiones
con su canción.
Y así siguió
buscando la sonrisa
de esa gente con prisa
que habita en la ciudad.
Y se marchó
siguiendo su aventura,
cantandole a la luna
su más linda canción.
Cuentan...
Dicen...
Don Nicolás,
eterno pasajero,
déjame tu sombrero,
lo quiero yo llevar.
**Me pongo a disposición de quien
se interese en la música de
Paco Padilla. Soy asistente de
él y dispongo de información y
material para difundirlo.
escribe a la dirección que apa-
rece en el encabezado.
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