Hice hace un poco un test
para saber mi cociente intelectual,
yo, que me tenía por una maravilla de la ciencia,
nada más lejos de lo real.
¡Maldita nota por debajo de la media!
Me vi sumido en la depresión
tras descubrir mi triste condición de idiota,
pero enseguida se me pasó
cuando pensé en que ser imbécil nada importa.
Ya que ser tonto no es para tanto,
¡Dejad a los listos que están estudiando!
Supongo que estos pensamientos
me los desata la ignorancia,
me importa poco, pues el ser tonto
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no me deja saberlo a ciencia exacta.
¡Me alegra ser imbécil!
¡Qué me alegra ser imbécil!
Dejaré a otros el estudio
de la reacción química que causa un beso
para besarte cada noche
y sentir ese dulce que es un misterio
para quien lo intenta resolver
con números, con letras y libros de texto.
Dejaré a otros el estudio
de cómo es la órbita que hace la luna,
de cómo es posible que brille una estrella,
lo cual no me importa,
sólo quiero mirar
si encuentro en el cielo
una estrella fugaz
para pedir hermosos deseos
mientras te abrazo sin tregua
en esta noche de sueño.
Dejaré a otros el estudio
del estudio de un estudio sobre el tiempo,
que clasifica los días en horas,
las horas en minutos,
el minuto en viento
que se va volando como los segundos
frente a bocadillos de papel y aburrimiento.
Dejaré a otros lo que no tengo:
No tengo tiempo para perder el tiempo.
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