Línea cuatro San Bernardo,
y apagándose el verano
los dos metros se pararon
y yo sentado mirando.
Sentada en el tren contrario
también me estaba mirando
sonreí, sonrió y supe
que no estaba soñando.
Probé a cerrar los ojos
por ver si se evaporaba
y el destino en un antojo
la mantuvo en la ventana.
Dijo su nombre en un gesto
que ni dijo ni se oía
pero yo sentí un estruendo
y el estruendo repetía.
María, dijo en silencio
María, repetí ileso
María, sencillamente
Y yo ileso milagrosamente.
Yo le propuse bajarnos
y sonó como un disloque
ella bajó la cabeza
negando con un reproche.
Luego volvió a sonreír
y se dio la vuelta en vuelo
pintando en el aire olores
revueltos como pañuelos.
Silbó el metro y de repente
Lo que no empezó acababa
Y María entre la gente
se fue junto a su ventana.
Yo me quedé en el vagón
moviéndo la testa en vano
María en el corazón
y el corazón en la mano.
María, dijo en silencio
María, repetí ileso
María, sencillamente
y yo ileso milagrosamente.
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