Cuando me enamores no me beses
porque me han amado así mil veces,
has como si estuvieras en guerra:
báñame de rocas y de tierra.
Cuando me conduzcas no me apartes,
del acantilado ni el desastre,
déjame correr la misma suerte
del que caminara con la muerte.
Pero cuando subas a mi cuerpo,
asegura que ya esté despierto.
Amar es como rodar un coche
por el precipicio de la noche,
y ante tal peligro es muy humano
querer tener riendas en las manos.
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