La artesa donde lava la mujer proletaria,
con voz húmeda y clara me canta desde el agua,
corriendo por las venas, de la mujer del pueblo,
va rompiendo cadenas y construyendo sueños.
La artesa donde lavas mujer endurecida
en muy pocas palabras me cuenta de la vida,
de mi camisa, pobre, de mi overol de obrero
del delantal, humilde, de mi hermana lucero.
No me cuenta de penas porque la vieja santa,
siempre lavó, cantando, infinita esperanza,
La Señora Mercedes, me cuentan los vecinos,
siempre caminó, firme, por el duro camino.
La señora Mercedes, mujer desconocida,
para muchos de ustedes es el pan de los días,
de las noches heladas, del mantel en la mesa,
de la espalda curvada sobre la vieja artesa.
Si quieres, compañero, aprender de la vida,
saber de canto, nuevo, entender de alegrías,
la Señora Mercedes estará para ti
en todas las mujeres humildes del país.
La Señora Mercedes estará para ti,
en todas la mujeres humildes del país.
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