Bio

“En algún momento de la primavera de 2009, intenté suicidarme. Seis meses antes, usé el artefacto de Voor por primera vez”.

Con estas lapidarias palabras comienza Giles Corey, proyecto en solitario de Dan Barrett, cabeza pensante detrás de uno de los proyectos más fascinantes que ha dado la música contemporanea, Have a Nice Life.

Dentro del concepto que tenemos de “música”, siempre están aquellas personas que no tienen suficiente. Dan Barret es una de esas personas, que en su inconformismo, crean su propio universo paralelo y llevan este concepto mucho más allá. Música se queda corto. Nos encontramos, no ante un disco, sino ante algo mucho más completo: la vida de una persona. Giles Corey es la historia de Barret, deprimido, buscando un motivo para no matarse. Es la historia de alguien que aunque ya había tomado una decisión, necesitaba justificarla. Así nace Giles Corey, tomando prestado el nombre a un granjero acusado de brujería en 1692, el cual en lugar de confesar al ser torturado apilando rocas sobre él, solo repitió las palabras “más peso”. Metáfora que desarrollará a lo largo de toda la obra en la que se identifica a sí mismo con aquel granjero que murió días después.

Giles Corey se compone por un lado de 56 minutos divididos en 9 temas que oscilan entre el folk acústico americano y el shoegaze (The Ghost). Por otro lado, Giles Corey son 150 páginas divididas en 10 capítulos (The Lie), en los cuales la vida de Barrett desfila ante nuestros ojos oculta por un cristal que deforma la realidad hasta el punto de no saber qué es cierto y qué no. 150 páginas en las cuales se explora el suicidio, la depresión y el más allá de la mano del trabajo de Robert Voor, filósofo, artista y líder de una secta que busca la verdad a través de estados cercanos a la asfixia. Los recuerdos de Barrett y la demencia del mundo de Voor se entrelazan hasta lograr una atmósfera opresiva en la cual se desarrolla la música, que en oposición al ocultismo del libro se muestra más sencilla y directa tanto en el contenido de las letras como en su minimalismo instrumental. Estas letras, aunque sencillas, tienen un significado mucho más amplio gracias al contenido del libro, sin perder tampoco su sentido concreto.

“I open up my heart and stick my fingers in,
but you will never want what I have to give”.

Descarnado y visceral, tremendamente emotivo y sincero, Barrett logra en primer lugar conmover por la gran calidad de los temas y en segundo lugar por la complejidad de mensajes que desprende, partiendo de esta aparente sencillez. La obra de Giles Corey no puede dividirse y aquellos que no lean el texto que acompaña a la música, jamás entenderán el completo significado de esta obra, si es que ello es posible.

Musicalmente, el disco de Barrett se presenta como 9 temas bastante variados y diferentes entre sí. Cada tema desarrolla ideas claras y personalidad propia, bien integrada en un conjunto cíclico en el cual los protagonistas son la guitarra acústica, los órganos y la peculiar voz de Barrett. Grabados todos los instrumentos en varios dormitorios con métodos caseros muy rudimentarios, gracias a esto se logra envolver al disco de una producción muy personal y difusa, parecida a la que ya escuchamos en Have A Nice Life, pero con una mayor naturalidad y organicidad, en parte por la desaparición de baterías programadas y predominio de instrumentos acústicos. Dentro de que cada tema destaca por alguno en especial, quiero remarcar especialmente No One Is Ever Going to Want Me como uno de los mejores temas que he escuchado hasta la fecha, con unos poderosos acordes finales que perfectamente podría durar eternamente.

Es necesario destacar que Giles Corey, lejos de ser pedante, obvio o pueril, ha sido capaz de ilusionarme como pocas obras lo han hecho en los últimos años. Todo el disco refleja una indiscutible sensibilidad a la hora de tratar temas tan escabrosos y hoy en día devaluados como los ya citados a lo largo de la obra. Giles Corey es, una vez más, sincero y profundo, como una herida que nunca termina de cerrar y que invita a abrirla ocasionalmente para recordar momentos pasados. Podrá gustar o no, pero tras varios años de gestación, para mí es una de las obras más completas de nuestra generación, un disco para no olvidar y que deja poso. Por último…¿qué hay de cierto en todo esto? Solo dos cosas se pueden extraer de los textos de Voor o de las palabras de Barrett. La primera, “It was as real as any religion“. La segunda, “I want to feel like I feel when I’m asleep“.

Discografía