Semilla se formó después de la crisis de diciembre del 2001, casi como una reacción. Semilla piensa que necesita definir si es o no una banda de folclore. Piensa que reconoce dos lenguas maternas en el folclore y el rock y a veces se olvida de cuál usó recién para armar la última frase.

La búsqueda de Semilla no es hacia atrás: es hacia adentro; la búsqueda de la propia identidad, como una tarea impostergable e intransferible, asumida con alegría. Esta no es una fusión; aquí más bien se da un encuentro natural, fluido. Suena a nosotros, a convivencia en manada. Sufrir la dualidad en carne propia, ¡y celebrar la tensión! Reconocerla como el verdadero hogar, ese que no puede negar lo que fue tanto como no puede evitar lo que será. Como en el ying y el yang, aquí lo uno no niega lo otro: lo implica. Ni orgullo ni prejuicio. Asumirse uno, y propio, y festejarlo. Y sobre todo no sacarle el pecho a lo que pasa, a lo que vemos por la ventana si nos animamos a asomarnos. Una ventana que es nuestra, una gente que somos nosotros. ¿Suena a pasado?… ¡Semilla es puro futuro!