COLABORACIONES
28 de marzo de 2025
Morat y Camilo cruzan caminos en “Me toca a mí”: una confesión hecha canción que incomoda y emociona

Una historia de amor callado, un ritmo que suena a otra época y dos voces que se abrazan entre lo que fue y lo que nunca será. Así suena el esperado encuentro entre Morat y Camilo, tan sincero como brutal.
Hay canciones que no necesitan más que una frase para abrir una herida. Me toca a mí es una de esas. No necesita dramatismo, no necesita gritar. Solo pone sobre la mesa lo que nadie quiere decir: el lugar de quien ama en silencio mientras otro ocupa su lugar.
Morat y Camilo —dos referentes de la canción pop latinoamericana— se animan por primera vez a compartir micrófono, y el resultado no es un hit de celebración ni un dueto para la pista de baile. Es una conversación a destiempo, un lamento disfrazado de melodía pegadiza, una carta que llega tarde pero igual se lee.
Un sonido que mira al pasado sin disfrazarse de nostalgia
En Me toca a mí, no hay rastro del pop urbano que predomina hoy. Lo que suena es otra cosa. Un pop con guitarras acústicas, una base suave, una estructura clásica. Casi podría haber sido escrita en los 90, o incluso antes.
Pero ese sonido no es casual. Está al servicio de la historia. Porque esta canción no busca sonar actual: busca sonar honesta. Y para eso, la producción se corre, se desarma, se simplifica. La atención no está en el ritmo. Está en lo que se dice.
Una letra que duele por su realismo
Me toca a mí es el testimonio de quien estuvo siempre ahí, viendo cómo otra persona se quedaba con el lugar que deseaba. Y ahora que todo terminó, cuando ya no queda nada, llega su turno. Tarde. Incompleto. Pero llega.
Hay algo muy valiente en esa narrativa. Porque no habla de venganza ni de revancha. Habla de amor sin fecha. De sentimientos que sobrevivieron al desinterés, a la espera, a la frustración. Habla de lo que queda después del “te lo dije”.
Y en esa vulnerabilidad, la canción se vuelve potente. Porque todos, alguna vez, hemos estado del otro lado del deseo.
Dos artistas que encuentran un punto en común sin dejar de ser ellos
Morat tiene una trayectoria marcada por canciones que hablan de lo que no se dice. De lo que se piensa después de una separación. De lo que se quiere evitar. Su forma de narrar es emocional pero contenida, y eso se nota en cada estrofa.
Camilo, por su parte, viene de otro mundo. Más introspectivo, más ligado a lo espiritual y lo cotidiano. Pero cuando se cruza con Morat, no intenta imponer su estilo. Se adapta sin perder su esencia. Y esa flexibilidad le da a la canción una dimensión más íntima.
La combinación es perfecta: uno canta desde la contención, el otro desde el desgarro calmo. Y juntos cuentan una historia que podría haber sido la de cualquiera.
Un paso que no busca romper nada, pero sí abrir otro camino
En tiempos de colaboraciones forzadas, de fusiones pensadas para sumar números, Me toca a mí aparece como una excepción. No busca romper récords. No intenta ocupar el centro de todas las playlists.
Es una canción hecha para los que todavía escuchan con atención. Para quienes saben que no todo lo importante se dice gritando. Para quienes entienden que el amor, a veces, no llega tarde: simplemente llega como puede.
¿Querés tocarla? Acá están los acordes oficiales
Para los músicos, los románticos y quienes quieren cantar lo que alguna vez callaron, los acordes están disponibles en el siguiente enlace:
🔗 Acordes de “Me toca a mí” – Morat ft. Camilo
Me toca a mí no es una canción más. Es una forma de decir: “yo también sentí algo”. Aunque no lo hayas visto. Aunque no haya pasado. Aunque ya sea tarde.
Y en ese decir, Morat y Camilo no solo se cruzan en lo musical. Se cruzan en la emoción de todos los que alguna vez amaron en silencio.
Por Jorgelina Díaz.
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