Con el amor más sublime así me has amado,
que entregando tu vida, mi vida has salvado.
Derramando tu sangre, allí en el Calvario,
del poder de la muerte me has libertado.
En cruz de dolor y vergüenza te clavaron,
tu frente bendita con espinas coronaron,
entregaste tu espíritu y fue el acto consumado,
cuando aquel soldado transpasó tu costado.
Pero ni el sepulcro, Jesucristo Santo,
pudo retenerte y has resucitado.
Venciendo a la muerte, por Dios levantado
ascendiste a los cielos, junto a El te has sentado.
Hoy puedo decir que Tu me has comprado,
el precio: la sangre que Tu has derramado.
Tu palabra no cambia, estás a mi lado,
cada día en mi vida Tu sigues obrando.
Fiel a tu promesa no me has desamparado,
prometiste volver y te estoy esperando.
Sonarán las trompetas ese día anhelado
y partiré para estar por siempre a tu lado.
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