Bio

Parks nació en Mississippi en 1943 y en los 60 ya era un compositor, arreglador, productor y tecladista que infundía respeto en los circuitos musicales de la costa oeste norteamericana. Se lo había ganado colaborando en las bandas de sonido de producciones de Disney, como El Libro de la Selva y también por su labor como sesionista en álbumes de los Byrds, Grateful Dead y Ry Cooder. No obstante, el mundo recién conocería su nombre cuando se vinculó con Brian Wilson en el proyecto Smile, el famoso “álbum perdido” de los Beach Boys. La asociación entre ambos corresponde al período instrospectivo de Brian, iniciado con esa obra maestra llamada Pet Sounds. Aunque Smile nunca vio la luz del día como tal –debido a la creciente confusión mental que aquejaba al cerebro de los Beach Boys- las composiciones en las que colaboró Parks (“Heroes and Villains,” “Vegetables,” “Surf’s Up” y “Cabinessence,” entre otras) fueron pequeños clásicos de los discos subsiguientes del grupo. El nexo entre Parks y Wilson no resulta tan traído de los pelos -como podría parecer a priori- si consideramos el temprano amor de Van Dyke por los elementos clásicos de la cultura popular norteamericana, y el modo en que los Beach Boys habían abrazado los valores de los jovenes californianos de principios de los 60: el surf, los coches veloces y las tradiciones de la secundaria.

El clásico debut de Van Dyke Parks, Song Cycle, es lo que su título sugiere: un ciclo de canciones que toman su inspiración en esa música a mitad de camino entre lo clásico y lo popular que se conoce con el nombre de Americana, y que abarca compositores como Stephen Foster, Aaron Copland y George Gershwin. Pero Parks va un paso más allá. Le suma elementos de country y de folk, musicales de Hollywood, bandas de desfiles pueblerinos, hace un cover del “Colours” de Donovan y hasta incorpora guiños al “Himno de la Alegría” de Beethoven. El resultado es una postal de la cultura estadounidense que se anticipa en más de una década al proyecto United States Live, de Laurie Anderson. Al igual que Anderson, Parks recoge la herencia de escritores que fueron cronistas de su época, como John Dos Passos, y juega a redistribuir esos pequeños elementos de la vida diaria que hacen al folklore colectivo: un viaje en tren, un picnic en el parque, una frase romántica. La diferencia es que la visión de la neoyorquina aparece como más distante y “quirúrgica”, mientras que Parks se revela como una cronista activo, más involucrado con sus personajes.

La saga étnico-social de Parks continúa con Discover America, curiosa mezcla de ritmos caribeños y homenajes a crooners (“Bing Crosby”) y a actores emblemáticos (“Jack Palance”). Clang of the Yankee Reaper continúa la fusión de tradiciones musicales integrando, además, los sonidos de New Orleans; en tanto que Tokyo Rose explora las relaciones entre Oriente y Occidente, comerciales, deportivas y, obviamente, musicales. Entre estos dos últimos trabajos, distantes trece años entre sí, apareció otra pequeña obra maestra de Parks: el álbum Jump!, basado en los cuentos del Tio Remus, de Joel Chandler Harris. Estos relatos en forma de fábulas con animales provienen del folklore negro rural del sur de los Estados Unidos, y sus personajes más populares son el Hermano Rabito, y el Hermano Zorro, que hace tiempo fueron llevados al dibujo animado por los estudios Disney.

Entre disco y disco, Van Dyke Parks continuó con su “trabajo diurno”, como compositor y arreglador de bandas sonoras de films para cine y televisión. En los 90 poco se supo de él hasta que reapareció en gran forma en 1995 para reanudar la colaboración de tres décadas atrás con su amigo Brian Wilson, en el álbum Orange Crate Art, un “aggiornamiento” del mito californiano del sol y el mar. Juntos, Parks y Wilson se las arreglaron para combinar la vieja magia Beach Boys de armonías vocales pristinas con un marco musical sobrio y fresco, elaborado en base a cuerdas, marimbas y slide guitars. Así, Orange Crate Art crea un mágico clima evocativo, que podría ser descrito como de nostalgia optimista. El súbito retorno al ojo popular pareció estimular la adrenalina de Parks, lo suficiente como para realizar una serie de recitales con temas selectos de su repertorio. Uno de ellos fue capturado en el soberbio álbum Moonlighting, apropiado resúmen de su carrera.

Van Dyke Parks compone una música de héroes populares y titanes ignotos. Una música de todos y a la vez anónima. Puede parecer elitista y asombrosamente popular a la vez. Este sinuoso juego de opuestos es el secreto de su arte único.

Discografía