COLABORACIONES
16 de abril de 2025
Una fantasía que no es escape: Vittar y Peluso, dos potencias que incendian el pop latino

La brasileña y la argentina sellan una de las colaboraciones más provocadoras, elegantes y viscerales de los últimos años. Un manifiesto de deseo, juego y empoderamiento que fluye sobre bases electrónicas, tradición carnal y una química feroz.
Dos artistas que no negocian su identidad
Hablar de esta colaboración es hablar de dos universos que comparten algo más que el idioma. Una tiene el fuego de las pistas del norte de Brasil, el pulso del carnaval, la fuerza de la femineidad vivida como bandera. La otra llega con una propuesta sonora camaleónica, capaz de transitar el hip hop, el flamenco, el jazz, el perreo, el bolero, siempre con una voz que no pide permiso ni perdón. En ese punto se cruzan.
Pabllo Vittar y Nathy Peluso no se encuentran por casualidad. Lo hacen en un momento de madurez artística, después de años rompiendo límites en sus respectivos terrenos. El resultado no es un simple featuring. Es un cuerpo a cuerpo. Una fusión de estéticas, lenguajes, corporalidades y discursos que da lugar a una pieza que transpira fuerza y seducción, pero que también pone en juego una concepción del arte como espacio de libertad. Es un grito estilizado que se baila y se encarna.
El sonido como trinchera emocional
Desde el primer segundo, lo que se escucha no es complacencia. La producción propone un entorno sensual, con tintes electrónicos, cadencias del funk carioca más elegante y una base rítmica pensada para sostener, no para explotar. Hay contención. Todo se construye en tensión. Las texturas sonoras envuelven, no aplastan. Las voces —siempre nítidas, siempre protagonistas— juegan al borde del susurro, la orden y la caricia. El beat se pliega a la narración. Y eso se nota.
No hay estructuras predecibles. El tema se permite respiraciones, pausas, quiebres. Las voces dialogan, se enfrentan, se acarician. Es como si cada verso fuese una coreografía en sí mismo. Vittar entra con la seguridad de quien domina el terreno. Su forma de cantar esta vez se aleja del histrionismo y se vuelve más íntima. Peluso responde con la densidad que la caracteriza: cada palabra es un gesto, una intención. Ambas se entienden, se necesitan, se elevan.
El sonido funciona como una plataforma de exhibición pero también de defensa. Es elegante, sí. Pero tiene filo. Lo que suena es moderno, pulido, internacional. Pero también es carnal. Nunca pierde el sudor.
El cuerpo como lenguaje y mensaje
Hay un hilo invisible que une el discurso artístico de ambas: el cuerpo como lugar de poder. No se trata de sexualizarse para agradar. Se trata de erotizar desde el control. De usar la imagen, la pose, la música como herramientas para narrar una identidad que no se acomoda. En esta canción no hay sumisión. Hay danza, sí, pero como declaración. Hay juego, pero con reglas propias.
Lo visual acompaña esta idea con claridad. El video, lejos de repetir los códigos del reggaetón de catálogo, apuesta por una estética cuidada, casi onírica. No hay calle, no hay fiesta superficial. Hay una atmósfera sensual, una paleta de colores intensos, una cámara que acaricia más que mostrar. Todo está pensado para reforzar el tono general: misterio, tensión, goce, poder.
Ambas artistas aparecen en control de cada plano, de cada movimiento. Nada es accidental. Cada gesto responde a una intención narrativa. No seducen para complacer. Lo hacen para desafiar, para reírse, para gritar sin gritar. La fantasía, acá, no es evasión: es propuesta.
El mensaje que queda cuando el beat se apaga
Detrás de la potencia rítmica y estética, queda algo más. Una declaración. La de dos artistas que entienden que hacer música no es solo entretener. Es ocupar un espacio. Es decir algo incluso cuando se baila. Esta colaboración no tiene pretensiones de cambiar el mundo, pero sí logra ampliar los márgenes de lo posible dentro del pop latino. Y eso, en una industria cada vez más pasteurizada, no es menor.
Lo que proponen no es nuevo, pero sí necesario. En un escenario lleno de fórmulas, de productores que arman hits con recetas, esta canción llega como una bocanada de algo que no se puede copiar. Porque no es solo sonido: es identidad. No es solo estrategia: es pulsión.
Y funciona. Porque emociona, pero también excita. Porque suena bien, pero también resuena. Porque no necesita explicarse: se siente.
Acordes para tocarla:
👉 Fantasía – Pabllo Vittar ft. Nathy Peluso
Por Flor Olmos.
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