COLABORACIONES
25 de abril de 2025
33: letra y acordes del nuevo single de Lali junto a Dillom, adelanto de su disco más crudo y personal

Un encuentro inesperado, una introspección feroz y una propuesta que se despega del pop habitual. Lali abre una nueva etapa junto a Dillom, en una canción que raspa, cuestiona y celebra las cicatrices del crecimiento. “33” no es un hit inmediato: es una carta abierta escrita con sangre.
El fin de la ligereza: una Lali distinta aparece en escena
A esta altura de su carrera, Lali podría repetir fórmulas exitosas. Podría sostener su lugar como estrella del pop latino con facilidad. Sin embargo, elige el camino más difícil: cambiar. Desacomodar. Poner incómodos a los que la siguen esperando algo predecible. “33” marca el comienzo de una etapa nueva no solo en su discografía, sino en su manera de pararse ante su propia historia.
Lejos de las melodías bailables, de las canciones de amor edulcoradas o del pop radial, la artista presenta una pieza densa, sombría, cargada de honestidad brutal. Y no está sola. Invita a Dillom, una de las voces más disruptivas y personales de la escena argentina actual, para sellar este manifiesto de transformación.
El resultado no es un dueto tradicional. No se trata de cantar juntos una melodía agradable. Se trata de encarar un diálogo incómodo. Un choque. Una coincidencia en la desesperación.
Y en ese riesgo, en ese salto al vacío, es donde Lali muestra su mayor crecimiento como artista.
Una atmósfera opresiva como territorio de exploración
La producción musical abandona todo rastro de luminosidad. Se instala en un territorio áspero, de bases electrónicas minimalistas, bajos pesados, ritmos arrastrados. No hay lugar para la complacencia. La canción avanza como una marea oscura que envuelve.
La voz de Lali suena distinta. Más grave, más directa, menos modulada. No busca seducir: busca decir. Cada frase está cargada de un peso nuevo, de una densidad emocional que antes apenas se insinuaba. No hay ornamento. Hay exposición.
La entrada de Dillom no funciona como un quiebre sino como una continuidad lógica. Su tono, su manera de abordar el verso, refuerza la idea de que estamos en un territorio diferente. No hay rap tradicional. No hay barras de alarde. Hay confesión. Hay desgarro. Hay ironía amarga.
La combinación de ambas voces genera una tensión constante, como si cada palabra amenazara con romper el espacio que habitan. Esa sensación no se disipa en ningún momento. La canción se mantiene incómoda. Y esa incomodidad es su mayor logro.
Letra de catarsis: crecer también es perder
La lírica no busca esconder el dolor detrás de metáforas crípticas. Dice lo que tiene que decir de forma brutal: el crecimiento trae pérdidas. De ilusiones, de amistades, de versiones de uno mismo. Hay una aceptación amarga de esa realidad. Pero también, paradójicamente, hay una celebración.
“Ya no tengo tantos amigos, pero son los míos” sintetiza en una sola línea la madurez que atraviesa todo el tema. No se trata de acumular. Se trata de quedarse con lo verdadero. De entender que el brillo superficial no alcanza. Que el éxito vacío no sirve.
Otro verso clave: “Antes buscaba el hit, ahora hago clásicos”. Una declaración de principios que podría sonar arrogante en otra boca, pero que en este contexto suena a liberación. No se persigue la aceptación masiva. Se persigue la obra que quede. La que pese. La que duela.
La letra no da respiro. No hay momentos de alivio. Todo es tensión, confesión, ruptura.
Y sin embargo, en el fondo, hay una sensación de paz. La paz que viene después de aceptar la pérdida. La paz que solo conocen quienes ya no necesitan fingir.
Un paso más allá en la evolución de Lali
Este lanzamiento no es solo un simple adelanto de un nuevo disco. Es una ruptura. Con su imagen anterior, con las expectativas ajenas, con las limitaciones autoimpuestas.
“No vayas a atender cuando el demonio llama”, el álbum al que pertenece este tema, promete ser su trabajo más introspectivo y radical. No en el sentido estético superficial, sino en la profundidad emocional.
“33” no busca agradar. No busca encajar. No busca vender. Busca decir. Y en un panorama musical saturado de productos diseñados para ser consumidos y desechados, esa apuesta es, de por sí, revolucionaria.
Lali no reniega de su pasado. No lo niega. Lo integra. Lo trasciende. Y esa es, quizás, la señal más clara de que estamos ante una artista que entendió que el verdadero éxito es no mentirse.
Dillom: el complemento perfecto para esta nueva narrativa
La elección de Dillom como colaborador no es casual. No se trata de sumar un nombre de moda. Se trata de encontrar una voz que pueda habitar el mismo espacio emocional.
Dillom aporta su universo oscuro, su lirismo roto, su manera de rapear que siempre parece a punto de quebrarse. No se superpone a Lali. No la opaca. Tampoco la adula. Se ubica a su lado, como un espejo distorsionado. Como una confirmación de que el dolor no es individual. De que crecer, doler, transformarse, no es una experiencia privada: es una herida compartida.
La combinación de ambos refuerza el mensaje: no estamos solos en el derrumbe. Hay otros. Hay quienes también siguen de pie, aunque con cicatrices.
Una canción que no es para todos, pero sí para alguien
No todo el público va a abrazar este cambio. No todos van a entenderlo. Y eso está bien. Porque esta no es una canción pensada para agradar a las masas. Es una canción pensada para decir la verdad.
Y quien esté dispuesto a escucharla, la va a reconocer enseguida. Va a encontrar en ella un espejo. Una complicidad silenciosa.
Porque crecer, al final, no se trata de sumar. Se trata de soltar. De perder. De doler. Y de, aun así, seguir escribiendo canciones.
Letra y acordes para tocarla:
👉 33 – Lali ft. Dillom
Por Jorgelina Díaz.
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