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1 de abril de 2025
Pericos y Sabino: un cruce de generaciones que suena eterno

La histórica banda argentina vuelve a dejar huella con una canción que no es solo colaboración: es declaración. En clave de reggae relajado y rap confesional, entregan una pieza que habla del amor, la presencia y lo que nunca muere, incluso cuando todo cambia.
Más de tres décadas en la ruta del ritmo
Hablar de Los Pericos es hablar de la banda que llevó el reggae argentino al oído de toda América Latina. Desde que irrumpieron con El ritual de la banana en 1987, su propuesta fue clara: alegría, cadencia y lírica liviana con fondo reflexivo. A diferencia de otros proyectos contemporáneos, supieron combinar frescura con profundidad sin perder la sonrisa. Y ahí radica parte de su secreto: no tomarse demasiado en serio, pero decir cosas que importan.
Los años noventa los vieron firmes como referentes, con discos como Big Yuyo y Pampas Reggae, que marcaron a toda una generación. Luego llegaron Mystic Love, 7, Pura Vida y más adelante Pericos & Friends, un álbum lleno de colaboraciones que anticipaba lo que ahora parece su nueva forma de crear: acompañados, abiertos, expansivos.
Su disco más reciente hasta este nuevo tema había sido Viva Pericos! (2022), donde reinterpretaron clásicos de la música latina con su estilo inconfundible. No fue un disco de nostalgia. Fue un disco de celebración. De mostrar que el tiempo pasa, pero el pulso sigue.
Un nuevo capítulo en clave compartida
Lo que traen ahora no es un simple regreso. Es una reafirmación de su identidad, con el agregado de una voz nueva que viene pisando fuerte desde otro lenguaje. Sabino no es un invitado decorativo. Es coautor de un universo. Su forma de rimar, hablar, entrar y salir del beat sin pedir permiso, suma contraste y continuidad a una banda que siempre supo escuchar.
La canción fluye sin apuro. Como si no necesitara llegar a ningún lado, porque ya está en su sitio. La base reggae acompaña sin alardes. Las guitarras entran cuando deben, el bajo sostiene sin imponerse. La voz de Juanchi, cada vez más serena, pone la emoción. Y Sabino entra como quien corta el clima para revelar otra verdad. No rompe. Complementa.
¿Qué queda cuando el amor se va, pero no se va?
El eje de la canción es una pregunta que no se formula explícitamente, pero que recorre cada verso: ¿qué es lo que queda cuando alguien ya no está, pero su presencia no se borra? No hay tristeza explícita. No hay relato trágico. Hay una sensación que todo lo atraviesa: lo importante no muere. Lo profundo no se pierde.
Eso es lo que transmite cada línea, cada acorde. No desde lo épico, sino desde lo cotidiano. Desde los pequeños gestos, las memorias mínimas, los rastros que siguen ahí. No es una canción de duelo, pero tampoco de celebración. Es algo más raro y más hermoso: una canción de permanencia.
Más allá de los géneros, está la canción
Lo interesante del encuentro entre Pericos y Sabino es que no intentan forzar una fusión. No hay “reggae con rap” como título. Hay música. Y punto. Hay dos formas de ver el mundo que encuentran un ritmo común. Dos generaciones que se escuchan sin corregirse. Sin intentar parecerse. Y eso se nota en el resultado.
Sabino, con su tono confesional, aporta una vulnerabilidad que no choca con la calidez de la banda. La abraza. La completa. Y eso no pasa seguido. No todas las colaboraciones logran este equilibrio.
🎸 Para tocarla, sentirla y dejarla sonar donde duelen las despedidas:
👉 https://acordesweb.com/cancion/los-pericos/inmortal-ft-sabino
Por Mirella Dominguez.
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