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7 de abril de 2025
Si Ravi Shankar viviera hoy, estaría tocando en Coachella con Billie Eilish y Rosalía: 10 curiosidades del genio del sitar que enamoró al mundo

En el día en que habría cumplido años, recordamos a uno de los músicos más influyentes (y menos comprendidos) del siglo XX. Entre la espiritualidad, los Beatles y los escenarios del pop, Ravi Shankar fue mucho más que el padre de Norah Jones.
Para muchos, Ravi Shankar es simplemente “el tipo que tocaba con George Harrison”, o “el maestro indio del sitar”. Pero detrás de esa imagen reducida hay una historia fascinante de arte, conexión cultural, rebeldía sutil y sensibilidad inmensa.
Shankar no solo cambió la historia de la música: creó puentes que hasta entonces parecían imposibles, entre Oriente y Occidente, entre la música clásica india y el rock psicodélico, entre lo ancestral y lo contemporáneo.
Hoy, en el día que cumpliría años, lo celebramos con 10 curiosidades que muestran por qué Ravi Shankar sigue siendo una figura única, imposible de encasillar.
1. Aprendió primero a bailar antes que a tocar
De joven fue parte de una compañía de danza y teatro itinerante en Europa junto a su hermano Uday. Allí absorbió influencias de la música clásica europea y del jazz antes de dedicarse al sitar, que recién empezó a estudiar seriamente a los 18 años.
2. Fue discípulo de un gurú estricto que no le habló por un año
Su maestro, Allaudin Khan, lo entrenó con tal exigencia que durante el primer año ni siquiera le permitió tocar un instrumento, solo observar, meditar y absorber. Shankar dijo que ese año fue “el más duro y el más valioso” de su vida.
3. Tocó en Woodstock y fue el único que se enojó con el público
Mientras miles de personas deliraban con Jimi Hendrix o Janis Joplin, Ravi pidió silencio total para su presentación… y cuando vio gente drogada y tirada en el barro, se sintió ofendido y desilusionado, aunque tocó igual con intensidad mística.
4. Fue pionero de la “world music” antes de que existiera el término
Mucho antes de que se hablara de “fusión cultural”, Ravi ya estaba mezclando ragas indios con violines occidentales, tablas con sintetizadores, y hasta compuso para orquesta sinfónica. Hizo lo que ahora llamaríamos “colaboraciones” 50 años antes.
5. Enseñó personalmente a George Harrison… y lo transformó
No fue una clase ocasional. Shankar tomó a Harrison como discípulo real: le enseñó a meditar, a entender el tiempo rítmico indio y la espiritualidad del arte. George pasó de tocar guitarra a buscar iluminación, y Ravi fue clave en ese viaje.
6. Fue nominado a los Grammy ¡ocho veces!
Y ganó cuatro. Uno de ellos por su disco en conjunto con Yehudi Menuhin, otro con su hija Anoushka. Su impacto fue reconocido también en Occidente, incluso en los escenarios más comerciales, aunque él nunca buscó premios.
7. Compuso música para películas... ¡y una ganó un Oscar!
Creó la banda sonora de la trilogía de Satyajit Ray (Pather Panchali entre ellas), que se considera obra maestra del cine mundial. Martin Scorsese y Wes Anderson han citado esa música como una de sus grandes influencias.
8. Fue diplomático cultural sin tener un cargo oficial
Tocó para la ONU, viajó con líderes mundiales, fue puente entre culturas en plena Guerra Fría. Siempre desde la música, con humildad, pero con un mensaje claro: la belleza no tiene fronteras ni pasaporte.
9. Fue padre a los 60 y abuelo de una estrella del soul
Norah Jones, su hija con la productora estadounidense Sue Jones, nació cuando Ravi tenía 61 años. La crió a distancia, pero luego se reencontraron. Norah heredó no solo el talento, sino esa mezcla de mundos que definía a su padre.
10. Tocó en su lecho de muerte
Literalmente. Pocos días antes de morir, con más de 90 años y con una salud frágil, pidió que le acercaran su sitar. Tocó una melodía sencilla, íntima, sin público, solo para él. “No necesitaba aplausos, solo música”, dijo su hija.
Un espíritu libre que sonaría perfecto en 2025
Si Ravi Shankar viviera hoy, estaría en festivales de música alternativa, colaborando con artistas electrónicos, y meditando entre ensayo y ensayo.
Pero su lugar no está solo en la historia: sigue vivo en la música que mezcla, que cruza océanos, que une sin explicar.
Hoy, en el día de su cumpleaños, no lo recordamos como leyenda, sino como lo que fue:
una brújula espiritual en un mundo cada vez más desconectado.
Por Flor Olmos.
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