Guardo una llave oxidada en el bolsillo,
aún recuerdo quien me la vendió.
Me dijo que con ella abriría el paraíso
pero olvidó decirme cómo llegar allí.
Los sabios se reunieron en la trastienda
dispuestos a encontrar la solución,
pero alguien les sirvió ginebra y se pusieron a cantar,
unos por martinetes, los demás por peteneras.
Antes de morir de pena
brindaremos por nuestros fracasos;
antes de firmar la tregua,
gastaremos la munición;
antes de cambiar de idea,
cumpliremos el contrato;
antes de morir de pena,
solos tú y yo, nos reiremos un rato.
No tardaron en dictar sentencia,
supimos cuál sería nuestro papel.
Hiciste de María Antonieta,
yo hice de Jesse James,
tú perdiste la cabeza,
a mí me venció la ley.
Antes de morir de pena
brindaremos por nuestros fracasos;
antes de firmar la tregua,
gastaremos la munición;
antes de cambiar de idea,
cumpliremos el contrato;
antes de morir de pena,
solos tú y yo, nos reiremos un rato.
En el altar del sacrificio
nos vimos por última vez.
Allí nos llevó el destino,
nunca nos dijo por qué.
Antes de morir de pena
brindaremos por nuestros fracasos;
antes de firmar la tregua,
gastaremos la munición;
antes de cambiar de idea,
cumpliremos el contrato;
antes de morir de pena,
solos tú y yo, nos reiremos un rato.
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