Silencios largos aquellos de siestas interminables
.
en el patio de la casa, para jugar se hacia tarde.
Es que por esas mañanas, siempre ensillaba mi flete
con la encimera y los bastos, tordillo era el caballete.
Era un caballo de palo, tan manso como el jinete
que iba al galope tendido, negando que era un juguete. (Bis)
Siempre llevaba talero, pues lonja no conocia.
aquel tordillo tan fiel, capaz de andar todo el día.
Y ya por las tardecitas, con legüas por el jardín,
mi abuela que nos llamaba para comer y dormir
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