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Yo no dejaba de mirar por la ventana,
dormido en los laureles noche y día;
tenía todo lo que no quería tener,
una mujer, un laburo de oficina.
Pero las ciencias de la comunicación
te guardaron un lugar al lado mío,
no te miento si te digo: corazón,
jamás pude volver al mismo nido.
Cambié las buenas costumbres
por las malas compañías,
los martes vivo de prestado,
los jueves muero de risa.
Ya no golpeo antes de entrar, ya no desciendo por atrás,
me importa poco y nada si hago ruido;
tengo cerveza en la heladera, tengo fuego, tengo piedra,
hoy un cuarto de hotel es un castillo.
Pero me da mala espina, nunca estas del otro lado,
me dejas hablando solo
como un tonto. Como un chico,
como un perro abandonado.
Marianela, no me digas que no vale la pena.
Marianela, no me digas que no vale la pena.
Dejé tuerto mi destino por dormir con vos
una noche y media Marianela.
Mi nos vemos, tu quizás,
tu veneno, mi antifaz,
los besos que me diste de propina;
mis pantalones, tu sillón,
ingenuidad, tentación,
el género, el estilo y mi poesía.
Ya no me des más la espalda y no me des la razón;
sos mi manzana prohíbida preferida,
¿cómo no iba a escribirte una canción?
Marianela, no me digas que no vale la pena.
Marianela, no me pidas que me corte las venas.
Dejé tuerto mi destino por dormir con vos
una noche y media... Marianela.
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