Bio

Un trío de rock que basa su poder en las bellas canciones urbanas que destila su cantante y guitarrista, Manuel Eguía. Vale la pena prestarle el oído a Ciruelo.
Con algo de la poética de Almendra, con reminiscencias a Aquelarre y a Invisible, este trío joven tiene conexiones con la primera generación del rock local, y en particular con la vertiente del grupo fundado por Spinetta y Del Guercio más que con la de Manal o Los Gatos.

Pero también se nutre de otras fuentes: no suena a viejo, para nada. La voz de su cantante, guitarrista y compositor, Manuel Eguía, tiene un color muy personal y se adapta con flexibilidad a las difíciles melodías que encuentra en su guitarra.

Es notable la claridad en la articulación, que le permite a veces frasear rapidísimo y que la letra esté en primer plano, muy distinguible. Esa voz brilla sobre un trío muy sólido, en el que el bajo eléctrico también canta y la batería está tocada con imaginación y precisión.

Siguiendo el orden de las canciones del disco, digamos que si el comienzo recuerda algo lejanamente al trío Invisible (sobre todo el del primer disco), con dos temas que parecen unidos en uno solo; el tercer tema, Lo mismo que vos, es una mezcla algo frenética de The Who con el Spinetta de los ‘80; Cualquiera, que no está firmado por Eguía sino por la invitada Julieta Manoukián, trae fuertes reminiscencias del primer Aquelarre y cuando llegamos al quinto, Mi algún día, una bella canción en ¾ que parece un compendio de todas las influencias y que se une naturalmente a la que le sigue, Pasajero.

Como se puede ir descubriendo, este disco (y en eso sí es fuertemente setentista) tiene la estructura de esos álbumes progresivos en los que hay una narración que se continúa a lo largo del disco, encadenando la rítmica y las armonías, generando la sensación de que hay un relato. No se puede escuchar en función random, la experiencia funciona cuando se oye entero de principio a fin (y no es largo). Intencionadamente no figura el tracklist en ningún lugar de la gráfica (para saber los nombres de las canciones hay que desplegar la lámina con las letras). Del rock progresivo también hereda ciertas complejidades rítmicas, la precisión en el toque y la tímbrica: tanto los efectos usados en la guitarra como el uso del Rhodes hacen de esta grabación una equivalente a lo que podría haber sido un disco de 1975. Para desterrar la idea de que se trata en cierta forma de una parodia o de un intento de reconstruir una sonoridad ya caduca, digamos que todo el disco suena muy sincero, que las melodías son originales, que hay una coherencia en las letras y que ya en 2013 se puede decir que es muy difícil esquivar la influencia de Luis Alberto Spinetta o Charly García, como ya nadie se plantea hace tiempo como un problema el hecho de que se vea la influencia beatle o de Dylan: Ciruelo forma parte de una tradición, que es la de la canción urbana rioplatense. En esa misma tradición se inscriben otro invitado, Martín Reznik (el Gnomo de La Filarmónica Cósmica), y El Príncipe (Gustavo Pena), recordado cantautor uruguayo, cuyas canciones se suman casi al final del recorrido y más que covers son piezas que completan este cuadro.

Discografía