Tristemente celebres

Tristemente celebres

Bio

No muy célebres, pero tampoco tan tristes
por Eduardo de la Puente
Conocí a Germán Wintter allá por el año 1989, cuando un grupo de personas que laburábamos en medios decidimos juntarnos para zapar un rato y hacer carne aquello de que "todo periodista de rock es un músico frustrado". Marcelo Figueras era el frontman, Sergio Marchi el baterista, Eduardo Gallo Campos uno de los guitarristas y yo el otro. Germán (alto bajista) era el único músico y venía de, entre otras cosas, "A mamá le dieron dos años", el chiste musical en el que militaban Lalo Mir, Douglas Vinci y Bobby Flores. Nuestro engendro se llamó "Éramos tan pobres", también conocido como "la banda de los hermanos Álvarez."

Duró poco pero fue intenso. Y se disolvió antes de grabar, propuesta que en su momento hizo Oscar Mediavilla, quien ofreció estudio y producción. Estuvo bien. Lo de disolverse, digo.

Pasaron los años, en mi vida irrumpió la tele con "Caiga Quien Caiga" y en Rock & Pop "Cuál Es?" ya llevaba varios años en el aire. Y, antes de comenzar unas vacaciones, el bicho de las seis cuerdas me volvió a hincar el diente, amenazando con arrancarme un buen pedazo de corazón. Por eso volví a contactarme con Germán, para organizar una zapada después de mi último día de trabajo. "Conseguite un batero y alquilá una sala", le pedí.

Ese viernes conocí al Patón.

El trío funcionó entre temas de Zappa, Blues Brothers y… Motorhead. Después de hacer una versión furiosa (no podía ser de otra manera) de "Ace of spades" nos miramos sólo como se miran los enamorados, habiendo encontrado un punto de unión importante.

Y la segunda mitad de mis vacaciones transcurrió en la casa de Wintter, en un Villa Luro infernal, delante de un ventilador que escupía aire caliente, transpirando las cuerdas y armando los primeros acordes de "Otra crucifixión", "Perdimos" (llamado entonces "la vuelta por Ricchieri") y "Piedras al tren" (originalmente "Mi riffero").

Sin saber por qué volvimos a juntarnos con el Patón en una sala de Entre Ríos y Brasil, pleno Constitutown, y los temas empezaron a crecer en número y en madurez. Y un buen día nos dimos cuenta de que el asunto valía la pena y ameritaba la presencia de uno que cantara y un violero que tocara en serio.

El primero fue Dani Viera (hoy cantante de New Garden) y el guitarrista fue Néstor Mencía, que venía de liderar Parte del Asunto.

A nivel composición ambos fueron fundamentales. Grabamos un demo y salimos a la cancha en El Teatro, teloneando a La Renga en un show organizado por Pablo Valente para El Quinto Jinete con el fin de recaudar alimentos. Hicimos varios shows… y por ahí nos apuramos un poco.

"Diferencias musicales" es una excusa que suele utilizarse para decir que los integrantes de una banda se separan porque en realidad se llevan como la mierda, pero en nuestro caso fue cierto. Néstor y Dani se abrieron y Wintter, el Patón y yo volvimos a laburar como trío mientras probábamos gente que cubriera los puestos vacantes.

Trabajo arduo e ingrato. Una especie de "Operación Triunfo" cervecero y algo sórdido por el que desfiló todo tipo de personajes.

Leo fue el cantante número 41 que pasó por la sala de Entre Ríos. Maxi el violero 14 o 15. Y con ambos el amor fue a primera vista.

Creí que la parte difícil iba a ser hacerles entender que acá no había promesas de nada, que el de la Puente guitarrista no tenía nada que ver con el que trabajaba en los medios y que no contábamos ni con la tele ni con la radio para catapultar a la banda. La filosofía era (y sigue siendo) ganar espacios por la música, no por la influencia de contactos y/o amigos. Pico y pala y a hacerse de abajo. Los cimientos van primero.

Pero no fue difícil para nada; lo entendieron de inmediato y se involucraron de movida. No sólo habíamos pegado dos músicos del carajo; habíamos ganado dos amigos más, dos tipos a los que vale la pena conocer. Cuestión primordial, si me preguntan; en lo particular prefiero mejores personas a mejores músicos. Y estos tíos son las dos cosas a la vez.

Tiempo después Alejandro Taranto (que en ese momento estaba al frente del desaparecido 4K Records) escuchó algunos ensayos grabados y nos ofreció grabar en un joinventure junto a El Pie Records. Y ahí comenzó la aventura del disco debut, con un presupuesto limitado y la ayuda de un montón de amigos: Ricardo Mollo, que me prestó guitarras, equipos y efectos que yo no les prestaría ni a mi mamá, amén de prestarse para hacer el solo central de "Al descenso". El Loro Lorenzutti, que hizo fotos en shows, en estudio y hasta las de tapa. Rubén Torino, campeón sudamericano de tae kwon do, que puso el lomo para esa foto. Damián Bonomo y la gente de Ay! Juna, que hizo el arte. Emily y su Divididos.com, dándonos una mano enorme en prensa y vestuario. Los vientos de la Mississippi, que engalanaron la cuadratura de "Perdimos". Datafull, que nos dio el host para esta página.

Y Hernán Vázquez, "el sexto célebre", que nos organizó (y organiza) la vida. Y todos laburando de onda.

El disco salió sin apoyo, sin promoción, y me consta que quienes lo encontraron fue porque lo buscaron. Y ahora salimos a remarlo, a justificar nuestra existencia, a tocarlo donde, como y cuando se pueda.

Cuando pensábamos que habíamos dejado de remarla, nos dimos cuenta de que cambiamos de bote, pero que hay que seguir remando. En eso estamos todavía, y espero que por mucho tiempo, porque a esta altura TC es uno de mis pulmones.

Sólo tenemos un poco de buen rock para ofrecer.

Ojalá que estés ahí.

Discografía