El 18 de noviembre de 1993, Nirvana subió al escenario del estudio Sony Music en Nueva York para grabar su presentación en el programa MTV Unplugged, un concierto que, inesperadamente, se convertiría en un símbolo tanto de la banda como del movimiento grunge. A diferencia de otros Unplugged, Nirvana ofreció una interpretación visceral, oscura y cargada de emociones que marcó un contraste drástico con los conciertos acústicos que habían sido grabados previamente en el programa.

Detrás de escena: las tensiones previas
Antes de la grabación, las tensiones eran palpables. Kurt Cobain, quien ya lidiaba con problemas de salud y adicciones, estaba nervioso ante la idea de hacer un concierto acústico. Se dice que Cobain estuvo inseguro respecto al repertorio y se negó a tocar los grandes éxitos de la banda, como Smells Like Teen Spirit. En su lugar, decidió centrarse en canciones menos conocidas y versiones, incluidas las de The Vaselines, David Bowie, y especialmente de Lead Belly.

Cobain insistió en decorar el escenario de manera sombría, con lirios y velas negras, lo que le dio una atmósfera fúnebre que muchos interpretaron como un presagio del trágico final que ocurriría meses después, con la muerte de Kurt en abril de 1994.

El setlist y las colaboraciones inesperadas
Uno de los momentos más destacados del Unplugged fue la colaboración con los hermanos Kirkwood de Meat Puppets, una banda que había influido en Cobain. Interpretaron tres canciones de Meat Puppets: Plateau, Oh, Me y Lake of Fire, lo que añadió un toque único al show. Además, el cover de The Man Who Sold the World de David Bowie se ha convertido en uno de los momentos más icónicos de la carrera de Nirvana, y fue ampliamente aclamado tanto por críticos como por fanáticos. Incluso Bowie elogió la interpretación.

El final del concierto fue particularmente emocional. En lugar de cerrar con una canción propia, Nirvana terminó con Where Did You Sleep Last Night, una versión de Lead Belly. La intensidad emocional con la que Cobain interpretó esta canción, su voz desgarrada y sus miradas perdidas en el final, fue uno de los momentos más recordados y estremecedores del Unplugged.

Lo que distingue al Unplugged de Nirvana de otros conciertos del programa, como los de Eric Clapton o Paul McCartney, es la crudeza y el ambiente sombrío. Mientras que Clapton optó por revisitar sus clásicos con versiones pulidas y accesibles, Nirvana llevó el formato a un lugar más oscuro y emocionalmente cargado. El enfoque de Cobain fue menos comercial y más introspectivo, rechazando la idea de satisfacer al público con los mayores éxitos de la banda. Este Unplugged es considerado por muchos como uno de los más auténticos y personales que se hayan grabado, algo que se amplificó tras la muerte de Cobain.

Notas de color
El ambiente detrás de escena estaba lleno de tensión. Se dice que Kurt Cobain tuvo una pelea con los ejecutivos de MTV porque se negó a interpretar canciones populares, pero finalmente mantuvo su visión artística intacta. Además, la elección del setlist sorprendió incluso a sus compañeros de banda, Krist Novoselic y Dave Grohl, quienes, aunque estaban acostumbrados a los caprichos de Cobain, no esperaban un concierto tan atípico.

El éxito del Unplugged no se materializó de inmediato. Tras la trágica muerte de Cobain, el concierto fue lanzado en noviembre de 1994 como MTV Unplugged in New York, alcanzando un impacto mucho mayor. El álbum debutó en el número 1 de las listas de Billboard y ganó el Grammy al Mejor Álbum de Música Alternativa, consolidando su lugar como uno de los discos más importantes del rock de los 90.

El legado de un concierto irrepetible
El MTV Unplugged de Nirvana no solo mostró una faceta más vulnerable de Kurt Cobain, sino que también cimentó su estatus como uno de los iconos más importantes del rock. Este concierto, más que cualquier otro, encapsula el espíritu del grunge y la fragilidad de la figura de Cobain. La influencia de este Unplugged sigue siendo palpable, sirviendo como referencia para generaciones de músicos que buscan conectarse con su audiencia a un nivel más profundo y emocional.

El legado de este concierto no se limita a la nostalgia de los años 90; sigue siendo relevante, tanto para quienes vivieron el auge de Nirvana como para las nuevas generaciones que continúan descubriendo su música.

Este concierto acústico marcó un antes y un después en la historia de Nirvana, dejando una huella imborrable en el rock y mostrando una faceta artística íntima y vulnerable, que perdura hasta hoy.

Por Ale Toloza.