Una pausa en el ritmo frenético de la industria
En un momento de hiperproducción urbana donde la mayoría de los lanzamientos suenan intercambiables, Rauw Alejandro eligió frenar. No en el sentido literal, porque sigue girando por el mundo, escribiendo, grabando y filmando, sino frenar en el sentido interno: detenerse a mirar hacia atrás, a preguntarse qué sonidos, qué palabras y qué gestos le dieron forma a su identidad musical y personal. De ese parate reflexivo nace “Carita Linda”, una canción que no entra en ninguna playlist de moda, y justamente por eso, se convierte en una obra mayor dentro de su discografía.
En lugar de seguir el camino del reguetón genérico, del pop suave o del R&B atmosférico que lo han caracterizado en los últimos años, Rauw opta por una decisión que en la lógica de la industria parecería un desvío: abrazar la bomba yubá, una de las expresiones culturales más antiguas y potentes de Puerto Rico, nacida del sincretismo afroboricua, ligada históricamente a la resistencia, la comunidad, la tierra y la espiritualidad.
No hay disimulo. No hay barniz moderno. Lo que se escucha en “Carita Linda” es tambor vivo. Es voz que se cruza con la percusión. Es una estructura tradicional, sin adornos innecesarios. Y es justamente ahí donde la canción se vuelve revolucionaria: al no traicionar el código de la bomba, pero al mismo tiempo, integrarla a la sensibilidad contemporánea sin forzarla.
La bomba como decisión artística y política
Para muchos fuera de Puerto Rico, la bomba puede parecer una curiosidad, un ritmo folklórico más. Pero su peso histórico es enorme. Nacida entre los esclavos africanos de la isla, era una forma de comunicación, una herramienta de liberación, un lugar donde el cuerpo podía decir lo que no podía expresarse en palabras. El tambor —especialmente el primo, el que responde a los movimientos del bailarín— no es solo instrumento, es interlocutor. El yubá, una de sus variantes más solemnes, es profundo, oscuro, lento. Es el latido de algo que no se puede domesticar.
Rauw no toma este ritmo como decoración ni como fusión. Lo asume. Lo escucha. Se deja atravesar. Por eso, la canción funciona. Porque no impone su estilo sobre la bomba: se adapta. Le cede protagonismo. Canta sobre ella, no contra ella. El tempo es contenido. La armonía es simple. La producción es casi invisible. El peso lo lleva el tambor, la voz y el silencio. Es una canción que no busca impresionar: busca conectar.
Y en ese gesto hay una política. En un momento donde lo afro en la música muchas veces aparece despojado de sentido, utilizado como adorno exótico, “Carita Linda” se planta desde otro lugar. Recupera, honra y amplifica una raíz real. No la estetiza. La deja sonar.
Letra como ancla emocional
La letra de “Carita Linda” se aleja radicalmente de los lugares comunes del perreo. No hay poses, no hay ostentación, no hay ego inflado. Hay ternura. Hay deseo contenido. Hay asombro ante la belleza. Pero no una belleza abstracta ni idealizada. Es una belleza concreta: la del rostro de una mujer que lo dice todo sin decir nada, la de un gesto mínimo que desarma. La letra funciona como un poema íntimo, como una postal escrita desde el corazón.
Esa carita linda de la que habla no es solo la de una persona. Es también la cara de su tierra. La isla que lo vio nacer. La cultura que lo formó. Hay algo que late detrás de cada verso: una mezcla de nostalgia y gratitud. Como si la canción fuera, al mismo tiempo, una declaración de amor y una forma de volver a casa.
Rauw canta sin artificios. Su voz no está procesada. No hay autotune, no hay efectos. Solo voz y tambor. Y eso la vuelve más poderosa. Porque no hay barreras. Llega directo. Es él, con sus palabras, su historia, su acento y su necesidad de decir algo que no cabe en ningún género comercial.
Una puesta visual que va más allá del clip
El videoclip de la canción no es un adorno ni un acompañamiento. Es una extensión del concepto. Filmado en distintos puntos de Puerto Rico, muestra escenas reales, no idealizadas: playas con cuerpos reales, calles vividas, rostros de todas las edades. Hay carnaval, hay familia, hay barrio. Pero sobre todo hay orgullo. Orgullo de mostrar lo que muchas veces no entra en los videoclips de lujo: lo cotidiano, lo propio, lo que no necesita filtros.
Rauw no aparece como estrella distante. Está en la calle, entre la gente, entre tambores, entre niños. Baila, canta, se deja abrazar. No hay guion, no hay glamour. Hay piel. Hay tierra. Hay pueblo. Y eso no es algo menor. Porque en una industria que vive de construir ídolos intocables, él decide bajarse, caminar entre los suyos, devolver lo que alguna vez recibió.
Esa decisión también es parte de la canción. Porque la bomba no se canta desde un pedestal. Se canta desde el centro de la comunidad. Y el video entiende eso. Lo respeta. Lo hace visible.
Una nueva etapa en su discografía
Para quienes han seguido la carrera de Rauw Alejandro desde sus inicios, este lanzamiento puede parecer disruptivo. Pero si se mira de cerca, es coherente. Porque su trayectoria ha sido, desde siempre, una búsqueda de identidad. Lo demostró en “Vice Versa”, cuando jugó con el pop electrónico. Lo insinuó en “Saturno”, cuando abrió la puerta a lo retrofuturista. Y ahora lo concreta con una propuesta de raíz, sin adornos, sin máscaras.
“Carita Linda” no es un simple single. Es un manifiesto. Es una forma de decir: “esto también soy yo”. Y eso, en un panorama donde la autenticidad muchas veces se simula, es valioso. Rauw no deja de ser pop. No deja de ser moderno. Pero ahora sabe de dónde viene. Y decide compartirlo.
El tema también marca el inicio de una serie de lanzamientos ligados a “Cosa Nuestra II”, un proyecto que buscará profundizar en las expresiones musicales tradicionales de Puerto Rico, actualizarlas y llevarlas a otros públicos sin perder el respeto por su origen. No será fácil. No será masivo. Pero será necesario. Y eso lo vuelve, por definición, artístico.
Lo que deja cuando se apaga
Cuando termina la canción, queda una sensación distinta a la de otros hits urbanos. No hay euforia. No hay ganas de bailar. Hay una mezcla de paz y latido. Como si uno hubiera escuchado no solo música, sino una historia. Como si hubiera sido invitado a una ceremonia. Como si, por unos minutos, la industria se hubiera corrido del medio y dejara hablar a lo que realmente importa.
Esa sensación es rara. Y por eso es valiosa. “Carita Linda” no busca gustar a todos. No es inmediata. No entra por la fuerza. Pero cuando entra, se queda. Porque lo que dice no está dicho por otros. Porque lo que suena no se copia fácil. Porque lo que emociona no se fabrica.
Es un tema que va a envejecer bien. Que va a ser buscado dentro de unos años cuando alguien quiera entender por qué Rauw Alejandro no fue solo un cantante de hits. Por qué, en un momento en el que podía elegir cualquier camino, eligió volver a su tierra. Y cantarla como merece.
Acordes para tocar esta canción:
👉 Carita Linda – Rauw Alejandro